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"Las cosas se mueven aquí, y se moverán más"

Juan Carlos Sanz

Como independiente, se le atribuye un papel de representante del rey HassanII en el Gobierno marroquí, aunque asegura suscribir el programa del primer ministro, el socialista Abderramán Yussufi. Nacido en Tetuán hace 51 años, jurista y antiguo militante de los derechos humanos, Omar Azziman detalla en un fluido español la firme voluntad de su país de pasar la página negra de la reciente historia y abordar un cambio democrático.

Pregunta.¿Se van a cumplir las promesas de liberar a los presos políticos? Respuesta.El principal paso ya se dio hace tiempo, en julio de 1994. Entonces se excluyó a las personas que habían recurrido a la violencia, pero ahora se han revisado incluso varios de esos casos, ya que cometieron sus delitos por motivaciones políticas. Teniendo en cuenta el cambio que está viviendo actualmente Marruecos, se tomó la decisión de hacer una recomendación a su majestad para que puedan beneficiarse del indulto o gracia real.

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[Esta entrevista se desarrolló pocas horas antes de que HassanII anunciara ante el Parlamento, la tarde del pasado viernes, que el Gobierno iba a "liquidar definitivamente el contencioso de los derechos humanos" en un plazo máximo de seis meses.]

Hay una firme voluntad de pasar página y si, en casos determinados, hay una responsabilidad de la Administración se indemnizará a las víctimas. Es la fase final de un proceso.

P. ¿Cuántos presos políticos quedan ahora en Marruecos?

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R. Como exmilitante de los derechos humanos que ha pasado parte de su vida defendiendo a los presos políticos, como antiguo ministro que pudo abrir el camino para resolver esta cuestión, hoy puedo asegurar que no hay presos políticos en Marruecos, en el sentido de delito de opinión. Los que ahora se van a beneficiar del indulto eran militantes de grupos políticos, pero recurrieron a la violencia. El cambio político permite revisar sus casos para poder pasar la página definitivamente.

P. ¿Marruecos ha entrado ya en la vía de la transición democrática?

R. Hay una voluntad clara, firme, una determinación al nivel más alto del Estado [fórmula habitualmente usada en Marruecos para referirse al rey], compartida por el Gobierno y apoyada por una expectación popular extraordinaria. Marruecos está cambiando, las cosas se mueven en Marruecos. Y van a moverse aún más.

P. Como ministro de los Derechos Humanos, usted ya participó en la primera amnistía.

R. En 1994 trabajamos muchísimo, pero no era el contexto actual. Entonces todo era más delicado, más difícil, y se hizo con coraje y determinación. Este Gobierno quiere pasar ahora de las promesas electorales a las realidades. Pero el cambio en Marruecos exige cierta pedagogía, éste no es un país de cambios bruscos. Hay reticencias y siempre las habrá. Sin embargo, el cambio irá hacia adelante porque va en el sentido de la historia. No podemos volver hacia atrás. La vía democratizadora necesita de apoyo exterior; la pobreza, la falta de asistencia social, el analfabetismo siguen existiendo. No basta sólo con alabar la voluntad democratizadora, el apoyo económico es indispensable.

P. Muchos presos españoles en Marruecos no pueden cumplir su condena en España, como prevé el convenio penitenciario, a causa de las elevadas multas. R. Se dicen muchas cosas de las prisiones marroquíes, y yo no voy a decir que sean hoteles de cinco estrellas. Un país como Marruecos, hablando con objetividad, no puede hacer mucho más por las prisiones. Nuestras cárceles no están peor que nuestras escuelas, o el resto del país.

P. ¿Qué hace Marruecos para frenar el flujo de inmigrantes ilegales a través del Estrecho?

R. El problema, incluso visto bajo el ángulo de la tragedia humana de las pateras, es más serio. Mientras la situación social y económica de Marruecos no se arregle, habrá, lo queramos o no, un flujo de migración.

P. Pero también hay mafias que generan esta migración.

R. La miseria siempre ha sido explotada. Hay redes, en Marruecos y en el extranjero, que se aprovechan sin ningún escrúpulo de la desesperación de los que se aventuran a salir.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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