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Julio Iglesias grabará "una cosa entre la copla y el flamenco"

El cantante presenta en una rueda de prensa 'a la americana' su nuevo disco, 'Mi vida', que reúne 37 grandes éxitos

Todo un espectáculo. Llegó hecho un pincel, con un traje de quitar el hipo, zapatos de ternera italiana, el pelo muy corto -"me favorece"- y la tez muy tersa -"me estiro todo lo que puedo"-. Se sentó y empezó el show. Entre el surrealismo, las bromas sobre sí mismo y el descaro para decir lo que le place en cada momento -"Qué buen cirujano tienes, María Teresa", le soltó en plena rueda de prensa a una periodista-, Julio Iglesias dejó ayer en Madrid un saco de frases memorables -"La verdad es que los niños me salen muy bien", "Soy mucho menos golfo que antes, pero con más maldad"-; varias muestras de amor paterno con neologismo -"Enrique es pillo, es golfo, es guapo, cada vez me gusta más, es abstremadamente listo y carismático; le gustan las mujeres, y las vuelve locas. Eso se hereda..."-; una miqueta de catalanismo -"Cataluña tiene un gran sentido mercantilista que admiro mucho. Las primeras carreteras sin baches de España eran las catalanas. Carreteras muy rectas, además"-.Con el auditorio perplejo y entregado ante semejante aluvión de información, Iglesias se permitió además hacer un anuncio solemne: "Voy a grabar mucho estos diez años, y quiero hacer un álbum de canción española, una cosa entre la copla y el flamenco. Para que la oigan los chinos, los japoneses e incluso los españoles".

Pero el motivo de la comparecencia del más famoso cantante hispano de todos los tiempos (y el más vendedor del mundo: más de 200 millones de discos en la buchaca) en un hotel de lujo era la presentación del disco Mi vida, un álbum doble que reúne los Grandes éxitos de sus 30 años de carrera, 37 temas de hoy y de siempre, "temas que todos amamos alguna vez" (según la definición del director de la revista Rolling Stone, David Wild), temas clásicos, para amar, soñar, silbar, ir en avión, subir en ascensor o cocinar, como La vida sigue igual, Manuela, Un canto a Galicia, Soy un truhán soy un señor, todos remasterizados, rearreglados y cantados de nuevo por un Iglesias nuevo, el Iglesias que "ha aprendido a cantar" (lo dijo él mismo), "a modular la voz con perfección y dulzura" (lo dice un asistente al encuentro), temas tan pegadizos y comerciales que en sólo una semana son ya número uno en España: 225.000 copias vendidas.

"Nos ha costado un dineral, pero ya somos número uno". Eso dice Iglesias nada más aparecer, entre aplausos, en la sala atestada por unos 300 periodistas. La compañía (Sony Music) había anunciado una rueda de prensa "a la americana", es decir mucha gente, mucho gorila, mucho calor, mucha agua mineral, mucho cenicero -en eso no es americana-, muchas portadas colgadas aquí y allá -con Julio en gesto sexy racial-, mucha informadora muy maquillada y teñida de rubio, mucho hagiógrafo pidiendo la palabra antes de que empiece el acto... Y, sobre todo, mucho orden: los plumillas, sentaditos en pupitres de a tres (diez filas dobles); los fotógrafos, apiñados en una tarima cerca de la mesa (para ser luego velozmente desalojados por la puerta lateral); los cámaras de la tele, más atrás, en otro escenario levadizo; y los rezagados, atrás del todo, en piña compacta y sudorosa...

Antes de empezar, en un pasillo, un secretario informa a un superior, vía móvil, del estado de la cuestión en Telemadrid: "Que dicen los de Terelu Campos que si pueden entrar en directo por teléfono en la rueda. A cambio ponen el disco encima de la mesa todo el pograma...".

Ajeno a todo, el astro que una vez dijo "sólo soy un tipo afortunado con una pequeña voz y unos seguidores asombrosos" aparece sonriente en escena, se hace las fotos de rigor (junto al presidente de Sony España, sujetando el doble disco de platino, doble que hace, según la empresa, los platinos 1.501 y 1.502 de su carrera), se sienta y, sin esperar preguntas, larga el discurso-de-pisar-suelo-patrio: "Graciass por el interésss, una vez másss. España. Veo caras nuevas y viejas. Han pasado tantos años y muchísimas cosas en mi vida, de verdad... Mi vida es todo un mundo de músicas, y hoy soy un Julio diferente (...). Canto lo que me gusta y como me gusta. Pero lo más importante de mi vida es que no he perdido el cariño de mis gentes, del pueblo, y en general, de los pueblos... Y que todo me va bien".

Así de bien: "Tengo tres hijos, mayorcitos, con gran éxito. Mi padre y mi madre están vivos. Miranda es el amor de mi vida, y Miguel, que es una joya, y encima Miranda está embarazada otra vez... Pero lo más vivo de mi vida es el público, esas gentesss anónimasss que compran un ticket dos meses antes, y esperan con su marido y sus hijos, y el día del concierto explotan cuando les dices buenas noches. Te quieren gratis. No, mucho más. Pagan por quererte... Y ahora, si hay preguntas...".

Pregunta (bella señorita con abrigo). "He oído que se ha matriculado en la Facultad de Derecho de Murcia. Uno: ¿es verdad? Dos: ¿Se va a ir a vivir a Murcia?. Respuesta: Me he engañado mucho tiempo a mí mismo diciendo que era abogado. Pero resulta que me faltaba una asignatura, que debí dejar por ahí cuando me fui a Benidorm. Derecho Internacional Privado. Mi padre, en una confesión patética, me dijo hace seis o siete años: ¿Sabes que no eres abogado? Y muy sabio, añadió: "Acábala, que igual te hace falta cuando dejes de cantar (risas y carcajadas del auditorio). Así que me matriculé en la Universidad en la que estudié. Pero el mismo día del examen cantaba en Estocolmo... Y ahora me he matriculado en Murcia".

Segunda pregunta (reportero de Caiga quien caiga): ¿Cree que Clinton y Lewinsky cantaban "me va, me va, me va" en el despacho oval? Respuesta: Clinton es inocente absoluto. Con una vigilancia sexual tan continua yo no sería presidente. (Más risas).

La cosa sigue esa línea durante casi una hora. El calor aprieta, pero Iglesias está en su salsa, con una barra de cacao en la mano. Cada vez arrastra más las eses: "Sólo me preocupa que ya sólo hago el amor tres veces al día", dice. "Antes lo hacía cuatro". Una ovación cerrada despide al ídolo. A la americana.

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