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"Los partidos se me mueren"

Tiene 56 años y desde 1973 ha desempeñado, sin interrupciones, un cargo público. De vocación municipalista, sólo abandonó el Ayuntamiento de Benidorm, que ahora preside como alcalde, entre los años 1983 y 1987, y fue para ocupar un sillón en las Cortes Valencianas, donde recibió el premio San Vicente Ferrer a la oratoria parlamentaria. Un cuarto de siglo como autoridad política no es un dato que le haga plantearse la retirada, al menos a corto plazo. Tiene cuerda para rato, y apoyo electoral nunca le faltó. Recibió su primera acta de concejal el 17 de noviembre de 1973, y se prepara para encabezar la lista que el PP presentará a las elecciones de 1999. La política es su pasión, y parece que por fin ha encontrado unas siglas sólidas en las que proyectarse. "Se me mueren los partidos", comenta entre risas al repasar su largo periplo por casi todas las formaciones de centro-derecha que han funcionado en este país. Pregunta. Un cuarto de siglo en cargos públicos es toda una vida. Respuesta. Sobre todo cuando empiezas a los 31 años en una época en la que tener responsabilidades políticas a esa edad era toda una heroicidad. Ahora te encuentras concejales más jóvenes, pero en los años setenta era difícil. Claro que es toda una vida. Tengo hijos que no han conocido a su padre fuera de estas responsabilidades. P. ¿Ha puesto fecha límite a su participación en política activa? R. Tengo que ir pensando seriamente en no aburrir al electorado, aunque ahora estamos en un momento muy importante de la vida municipal, con muchos proyectos en los que tengo plenas responsabilidades a los que tendré que hacer frente. Es muy posible que la fecha para dejar mis actividades políticas esté cerca. P. ¿Existe algo o alguien por lo que las abandonaría? R. Mi familia, sin ninguna duda. Una de las razones de mi carrera política exitosa es haber tenido paz familiar. Un político que tenga problemas en casa o en su empresa no puede rendir porque su atención está condicionada. P. Repasemos. Ha sido usted concejal por los Tercios Familiares, el Partido Independiente, PDP, CDS y PP. ¿Me dejo alguno? R. Puntualizo que estuve unos meses en el CDS pero nunca me presenté por esas siglas. En la época predemocrática, durante la última administración de la dictadura, me presenté por el Tercio Familiar, en el primer mandato democrático lo hice como independiente, después vino la Coalición Democrática como integrante del PDP, y desde hace siete años estoy en el PP. Si busca siglas hay más, porque también estuve en la Izquierda Democrática de Ruiz Jiménez. Algunos amigos me dicen que sobrevivo a las siglas, y yo añado que en todos los partidos he tenido muy buenos amigos, que mantengo. P. Y desde su minarete los ha visto pasar a todos. R. Sí, efectivamente. Incluso hay algo triste en esa situación. Es difícil mantenerse 25 años en la política, que a veces es muy dura con las personas. He conocido a quien se ha dedicado a ella, ha tenido que dejarlo y se ha encontrado con una edad en la que no lo quería nadie para trabajar. P. ¿La suya es una progresión lógica? R. Entiendo que sí. Me he movido siempre en un campo del centro-derecha y defiendo unos proyectos muy coherentes con mi forma de entender la sociedad. P. ¿Ejemplo de supervivencia? R. Evaluado desde el punto de vista temporal, sí. P. Si alguna vez se produce en España una revolución de tipo maoista, ¿bajo qué siglas continuaría usted en la vida pública? R. No preveo que eso vaya a suceder en un futuro inmediato. Tendría que llegar muy rápido para que yo tuviera algún protagonismo en ese movimiento. No veo tal posibilidad, y sí mucha estabilidad en España, con proyectos políticos muy consolidados. La verdad es que yo he tenido que cambiar muchas veces de siglas porque se me han muerto los partidos, y no por otra cosa. Dejaría la política de forma inmediata si me votaran menos, pero cada vez consigo más votos, desde los 1.111 de la primera elección como independiente hasta el 51% de respaldo electoral de los últimos comicios, que es record porcentual de una candidatura en Benidorm desde el advenimiento de la democracia. P. Aquello de la erótica del poder supongo que a usted le traerá al pairo después de un cuarto de siglo ejerciéndolo. R. Hay una lucha que se produce siempre en el político: caer en el ostracismo de funcionariarte. Siempre tengo muy en cuenta que el político es el creador de iniciativas, el que tiene que estar muy en contacto con la sociedad, recoger sus inquietudes y plasmarlas en iniciativas, y no el que tiene que llevarlas a cabo más allá del seguimiento. P. ¿Y qué les dice a los que insisten en que le ha llegado el momento de marcharse a casa, incluso desde su propio partido? R. Es un argumento que siempre esgrimen, pero no hay coincidencia con lo que dice el electorado, que cada vez me vota más. Si estás mucho tiempo en un sitio eres objeto de esas críticas. Pienso que lo dicen por puro formulismo, pero no lo sienten. En el fondo creo que me aprecian. P. Cuando usted accedió al puesto de concejal por primera vez, Eduardo Zaplana era un imberbe bachiller. ¿Qué consejo le da al presidente para que se mantenga en el poder? R. Es difícil que en este momento yo le pueda dar un consejo al presidente Zaplana. Ha demostrado tener unas cualidades extraordinarias para la política, impropias de su juventud. Eduardo tiene en política muchísimos más años que físicamente. Benidorm ganó cuando Eduardo Zaplana invitó a Vicente Pérez Devesa a compartir su proyecto. Fue positivo. P. Para usted, ¿cada proceso electoral supone un nuevo trienio? R. No me pagan por trienios, ni he tenido nunca presente lo que se me paga, porque he estado muchos años en el cargo cuando el trabajo de los concejales no se retribuía, y me divertía exactamente igual. Soy de los que piensan que en algún momento algunos concejales tendrían que pagar por lo bien que se pasa. P. ¿Cómo piensa reinsertarse en la sociedad cuando las urnas le den la espalda? R. Tengo mis empresas y negocios familiares, han empezado a venir nietos y siempre tendré cosas que hacer, pero va a ser complicado eso, porque siempre tienes el gusanito de la Administración. No se puede hacer borrón y cuenta nueva de 25 o 30 años de actividad pública. Es muy complejo, pero con la ayuda de mis amigos y mi familia lo haré. Hace mucho tiempo que estoy preparado. Siempre he considerado que la política es pura eventualidad, y que este despacho tan bonito no es mio. P. ¿Por qué un alcalde cae en el olvido cuando abandona el cargo? R. Es injusto, pero en Benidorm no ocurre porque todos forman parte del protocolo municipal, están al día de los acontecimientos y celebramos comidas periódicas. La opinión de un ex alcalde siempre pesa. P. ¿No le dejaron proyectarse en otros niveles o la vocación de municipalista colma sus aspiraciones? R. Sí me dejaron. Fui durante ocho años diputado en las Cortes Valencianas, pero mi vocación es municipalista de siempre. No hay ningún cargo público que satisfaga más a un político que ser alcalde de su pueblo. También es cierto que es el más peligroso porque te ejercitas muy cerca del ciudadano y los errores se pagan más caros y tardan más en cicatrizar. P. ¿Es cierto que se sabe de memoria El Príncipe? R. No, aunque Maquiavelo es pieza obligada para cualquier político. Me han creado esa fama, pero yo soy una buena persona. Hoy no se podrían llevar a cabo las maquinaciones de El Príncipe. A veces pienso que algún día ha tenido más de 24 horas. Hay que estar muy atento. En política, el más informado está en mejor condición de responder, y yo lo he procurado. Son 25 años que no han transcurrido precisamente en los lugares grises de la política. P. Tengo la impresión de que usted ha disfrutado mucho en la oposición, pero no tanto en el poder. R. En la oposición se pasa muy bien. No te satisface tanto como el gobierno, que te da la capacidad de realizar tus proyectos, pero la oposición es muy divertida siempre que dispongas de medios. P. ¿Su gran obra está por llegar? R. Hay muchas iniciativas que hemos llevado a cabo que por sí solas justificarían todo un mandato. Cuando las grandes iniciativas se producen en espacios cortos de tiempo, se devalúan. La conducción del agua desde el Taibilla hasta el Amadorio justificaría plenamente la ilusión de cualquier político de esta ciudad. Terra Mítica, el sellado del vertedero municipal, la construcción del Paseo de Levante o el remozamiento del casco antiguo están a esa altura. Pero todo eso se ha producido en cuatro años y parece que ese corto espacio devalúa la gestión, pero ya me encargaré yo de que a nadie se le olvide. P. ¿Qué diferencias encuentra entre aquel Benidorm de las suecas y el de los jubilados del Imserso? R. No me gusta llamar a la gente jubilada. Es gente con experiencia, experta. Uno de los méritos importantes de esta ciudad es que ha sabido contactar con ese estrato generacional que puede hacer vacaciones en invierno. Eso ha sido fundamental para desterrar el fantasma de la estacionalidad turística, que afectaba seriamente a la economía. Benidorm es una ciudad que tiene éxito con el Imserso, y que sigue recibiendo a chicas guapísimas.

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