Las garantías de Arzalluz

Quince días después de que ETA tomase la iniciativa para un posible proceso de pacificación en el País Vasco al anunciar una tregua indefinida, José María Aznar devolvió la pelota al tejado de la organización terrorista ofreciendo el compromiso del Gobierno y los partidos democráticos a asumir el proceso de paz si la banda da un paso más y emite un comunicado renunciando definitivamente a la violencia y dejando clara su voluntad de asumir los resultados de las elecciones vascas.En estos 15 días, el Ejecutivo ha cambiado su posición de forma notable: de sospechar que el anuncio de tregua era una mera trampa electoral ha pasado a la situación actual, en que Aznar se dirige a la propia ETA y le pide un comunicado en el que asegure el final del terrrorismo. ¿Qué ha pasado? En primer lugar, Aznar ha sido receptivo a las explicaciones de los dos líderes nacionalistas, Xabier Arzalluz y Carlos Garaikoetxea, que le han asegurado que el alto el fuego es irreversible.

La información de Arzalluz a Aznar, el martes, vino precedida de una fuerte discusión entre ambos. Aznar acusó a Arzalluz de "deslealtad" por no haberle dado cuenta del alcance de los contactos de su partido con HB y ETA. El líder del PNV respondió que la comunicación se cortó en mayo, tras el mitin de Aznar en Vitoria en el que censuró con dureza al PNV por mantener contactos con HB mientras ETA mataba concejales del PP. Le recordó que en agosto el PNV envió a Aznar un aviso, a través de un ministro, de que se acercaba una tregua y el presidente no hizo caso.

Tras las garantías de Arzalluz, Aznar da ahora mayor credibilidad a la permanencia de la tregua de ETA. Y por ello se decide a reclamar contrapartidas a la banda terrorista. Tras esta decisión está también el consenso de los partidos democráticos y su firmeza en separar el proceso de paz de las reclamaciones políticas, así como la inclusión del PP y el PSOE, aceptada por los nacionalistas, en cualquier diálogo político ulterior.