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Tormenta

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Flaco favor le ha hecho la plantilla del Valencia al presidente de la entidad, Pedro Cortés, quien mañana afronta una junta general de accionistas que se anuncia movida. Nada menos que perder de forma estrepitosa en su visita del pasado sábado a Valladolid. Menos mal que aún pueden arreglarlo hoy en Mestalla en el partido de Copa de la UEFA ante el Steaua. Porque ya sería grave quedar eliminados después de haber ganado en Bucarest. Caer de la manera que el Valencia lo hizo el sábado en Zorrilla, y hacerlo a pocos días de una cita como la de mañana, es un jarro de agua fría para Cortés. La temporada no ha hecho más que empezar, pero el presidente ya ve cómo las posibilidades de que se cumpla su profecía del pasado julio -en la presentación del equipo aseguró que esta temporada el Valencia conseguirá finalmente un título, sin especificar, pero un título; se lo había dicho la Virgen- se desvanecen un poco con cada derrota. Y sabe muy bien que es más fácil ganar en los despachos si puede presentar victorias conseguidas en los campos. También sabe mucho de eso el expresidente Francisco Roig, que vuelve a la carga, dispuesto a blandir sus acciones cual espada en su intento de recuperar el poder perdido. La entidad, que había vivido los últimos meses instalada en una relativa calma, se encuentra de repente inmersa en una nueva tormenta alimentada en parte por las derrotas. Y mientras tanto, la afición, que en su gran mayoría es ajena a esa movida de despachos, no parece muy preocupada por esta guerra por el control de la entidad. Los aficionados se fijan en el balón, en los jugadores, en los resultados. Y observan con resignación cómo el equipo de sus amores se arrastra con más pena que gloria por la Liga, encajando goles con enorme facilidad -cuando una de las teóricas virtudes del Valencia de esta temporada era precisamente la efectividad en defensa- y mostrando serias dificultades para marcarlos: tres en cuatro partidos. La afición no quiere promesas como las que hacía Roig, ni profecías como las de Cortés. Quiere goles, victorias, títulos.

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