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¡¡Oro!!

No gritaron "¡¡oro!!" como aquellos hombres desharrapados que, con su jumento, aperos y herramientas, popularizaron las películas clásicas del Oeste americano, pero en todo lo demás se parecían bastante a aquellos solitarios viejos buscadores de la conquista del Oeste norteamericano. Eran los participantes en un curioso curso que se celebró a lo largo del pasado fin de semana en Balaguer (Noguera), cuya finalidad era dar a conocer esta actividad, la búsqueda del oro, muy popular en otros países pero prácticamente desconocida aquí. "El río Segre es uno de los mejores lugares que hay en Europa para desarrollar esta actividad", explicó Manuel Viladevall, catedrático en Geología y organizador de las jornadas, "porque es bastante fácil encontrar partículas de oro, aunque de un tamaño tan pequeño que las pepitas apenas alcanzan los dos milímetros". De hecho, es posible encontrar oro en prácticamente todos los ríos catalanes, aunque en una cantidad tan mínima que de ninguna manera permiten plantearse una explotación económica rentable de los cauces. "Lo que queremos es convertir la búsqueda del oro en un atractivo más", añadió Viladevall, "como pueda ser un deporte de aventura o cualquier otra actividad de fin de semana". Porque buscar oro reúne todos los requisitos para que esta actividad sea un éxito: un entorno natural, en este caso el río; la emoción del que consigue su objetivo, encontrar oro; y el esfuerzo físico. "Es agotador, como un deporte", dicen quienes lo practican. Durante el curso, los buscadores aprendieron primero todo lo que hay que saber del oro y su importancia, dónde buscarlo y cómo encontrarlo. Y después bajaron al río. Allí, ataviados con botas, y con el agua hasta las rodillas, aprendieron el tradicional método de la batea. La batea, usada ya por los romanos en sus prospecciones auríferas, es un gran plato en el que los buscadores remueven el agua y los sedimentos del río para que las partículas de oro, más densas y pesadas, se vayan depositando en el fondo. "Es un método todavía vigente", explicó Viladevall, "utilizado tanto en la búsqueda de oro con fines comerciales, como en el caso de los garimpeiros brasileños, como en estudios geológicos y científicos". En los últimos años esta actividad ha ganado adeptos en muchos países, como Estados Unidos, Canadá, Australia y en el norte de Europa. Se trata, pues, de una actividad en auge, como lo demuestran los campeonatos mundiales, en los que los aficionados deben poner a prueba la habilidad con el ábaco. Por eso, los responsables municipales de Balaguer, que han auspiciado la celebración de estas jornadas, ven en la búsqueda del oro un nuevo potencial turístico que sería pionero en Cataluña. Y, en un futuro próximo, quizá ellos sí habrán encontrado un auténtico "filón".

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