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Amor entre ministros

Los titulares de Finanzas y de Educación abren una minicrisis en el Gobierno sueco al anunciar su relación.

Una vieja verdad, que la buena y mala literatura de todos los tiempos se ha encargado de inmortalizar, es la de que el amor es imprevisible. Esta reflexión de novela rosa es desde ayer asunto de gobierno en Suecia cuando dos de sus miembros, Erik Asbrink, de 51 años, ministro de Finanzas, e Ylva Johansson, de 34, ministra de Educación, ambos casados y con hijos, declararon públicamente que se han enamorado y se constituyen como pareja. Con el recato habitual con que los suecos suelen abordar los asuntos que atañen a sus sentimientos, un comunicado de prensa firmado por ambos puso las cosas en claro: "Con motivo de preguntas que se nos han formulado queremos confirmar públicamente que estamos mutuamente enamorados, de lo que hemos informado al primer ministro y a nuestros más cercanos colaboradores. Hemos adoptado las medidas para separarnos de la relación que cada uno de nosotros mantenía hasta ahora, aunque no tenemos la intención de pasar a vivir juntos. Éste es un proceso difícil de nuestras vidas privadas sobre el que no queremos hacer más comentarios".El comunicado tomó desprevenidas a las revistas del corazón, que no se habían puesto sobre la pista y perdieron la primicia, que fue usufructuada por los diarios de la tarde Afton Bladet y Expressen.

En momentos en que las preocupaciones del primer ministro, Göran Persson, y el Partido Socialdemócrata están centradas en el resultado de las elecciones del pasado domingo y en la búsqueda de los acuerdos parlamentarios que les permitan seguir gobernando durante los próximos cuatro años, la difusión del comunicado precedente apareció como una flor tardía en el incipiente otoño sueco, que contribuyó a distender el enrarecido clima poselectoral.

Para el Gobierno de Persson, el asunto tiene derivaciones políticas. Si bien no hay impedimentos constitucionales para que una pareja ocupe carteras ministeriales en un mismo Gobierno, existe un cierto consenso de que debe evitarse esa situación, sobre todo si una de ellas es la de Finanzas, que tiene la potestad de adjudicar las partidas del presupuesto para los distintos departamentos.

Otra derivación, ya en el terreno de las suspicacias políticas, es la de que Ylva Johansson procede del Partido Comunista, actualmente denominado Izquierda, que abandonó en 1991, cuando era diputada por dicho partido, para ocupar tres años más tarde un cargo de ministra en el Gobierno socialdemócrata de Ingvar Carlsson. Sus relaciones con la actual líder del Partido de Izquierda, Gudrug Schyman, no son precisamente muy cordiales y los malpensantes atribuyen a la influencia de Ylva la actitud de rechazo a buscar acuerdos parlamentarios con los ex comunistas manifestada por Erik Asbrink.

Ylva fue elegida diputada en 1988, cuando sólo contaba 24 años, y fue la más joven del Parlamento y, para muchos, también la más atractiva. Dos años más tarde se casó con el periodista y escritor, también ex diputado del Partido Comunista, Bo Hammar, 23 años mayor, con el que tuvo mellizos. Cuando tres meses más tarde Ylva fue designada ministra en la cartera de Educación, Hammar, en el mejor estilo sueco, se hizo cargo del cuidado de los niños.

El trabajo de Ylva al frente de un ministerio tradicionalmente polémico, en el que cada ciudadano tiene sus propias ideas sobre cómo deben funcionar las escuelas, no ha estado exento de críticas, especialmente debido a los recortes presupuestarios aplicados por el Gobierno de Persson, pero en general se le acreditan méritos a su gestión.

El otro enamorado, Erik Asbrink, convivía con la periodista Anne Marie Lindgren, de 55 años, con la que ha tenido tres hijos. Su carrera política ha transcurrido en el Partido Socialdemócrata, primero como colaborador principal del ex ministro de Finanzas Kjell Olof Feldt, después como director de una empresa estatal hasta que en 1996 Persson lo designó para la cartera de Finanzas.

Según algunos analistas, cuando el próximo mes de octubre Persson presente la nómina de sus ministros, probablemente no estará en ella Ylva Johansson. Será el precio que habrá tenido que pagar por haberse enamorado de un colega. Y según las feministas, por ser mujer.

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