El maestro
Fernando Savater nos recuerda en su libro El valor de educar que en la Segunda República, los republicanos progresistas cuando apostaron por una regeneración social, el maestro era el protagonista. Ahí lo pusieron.¡Qué lejos estamos ahora! Las autoridades educativas no nos apoyan, y no nos apoyan aunque nos partan la cabeza físicamente (se ha dado el golpear con una barra de hierro a un profesor y, siendo funcionario del Ministerio de Educación, se ha tenido que proporcionar él su abogado). Los medios de comunicación se han olvidado de nosotros (en ninguna tertulia, en ninguna charla-coloquio se acuerdan de invitar a un maestro). El profesor se encuentra inmerso en un tremendo desprestigio social.
Ése, con seguridad, no es el camino, porque reforzar el prestigio de los docentes, proporcionarles herramientas para la potenciación de un clima de convivencia democrática en los centros, es el mejor instrumento para garantizar un mejor funcionamiento del sistema educativo.- .
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