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TREGUA DE ETA

Aznar quiere "enfriar" la euforia provocada por la tregua de ETA para evitar precipitaciones

Para ganar la paz, mejor no precipitarse. El Gobierno respiró aliviado al comprobar que ETA no le exigía ninguna cesión a cambio de la tregua, pero ahora José María Aznar quiere zafarse de la presión de los nacionalistas para que responda pronto a la nueva situación. El presidente acudió ayer a La Zarzuela para despachar con el Rey nada más regresar a Madrid. Antes, en Lima, hizo un llamamiento a la calma. El Ejecutivo no quiere crear expectativas de que va a haber decisiones inmediatas. El proceso será largo, y el acercamiento de los presos a cárceles de Euskadi no llegará antes de las elecciones vascas.

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El Gobierno no quiere verse arrastrado por las expectativas levantadas por el alto el fuego de ETA. Han desaparecido las alusiones oficiales al carácter "tramposo" de la tregua, pero subsiste el escepticismo y, sobre todo, el temor a poner en marcha una dinámica en la que los partidos nacionalistas, moderados y radicales, no ocultan su objetivo último: desbordar el marco estatutario y constitucional. Durante una recepción en la Embajada de España en Lima, poco antes de emprender regreso, Aznar afirmó que analizará la situación con los partidos democráticos y pidió que se moderen las esperanzas. En palabras de un colaborador del presidente, es imprescindible "enfriar" el clima de euforia para poder desbrozar el camino que se ha abierto, informa José Miguel Larraya.Este propósito de imponer un ritmo lento al proceso, en el convencimiento de que sólo después de las elecciones vascas del 25 de octubre podrá confirmarse si la tregua obedece a motivos tácticos o tiene carácter irreversible, se reflejará en la propia ronda de contactos anunciada por Aznar.

Sobre las siete de la tarde de ayer, sólo media hora después de aterrizar en Madrid, el presidente se trasladó al palacio de la Zarzuela para despachar con el Rey, quien en los últimos días ha estado puntualmente informado por el Ejecutivo sobre la situación creada con el cese el fuego de ETA. La audiencia, cuya inmediatez ha sorprendido por ser poco habitual, duró una hora y veinte minutos y obligó a Aznar a dejar para hoy sus previstas reuniones con los dos vicepresidentes, Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato, y con el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. El primero le informará de sus conversaciones con el líder del PNV, Xabier Arzalluz, mientras que el último le dará cuenta de sus contactos con los dirigentes socialistas (Joaquín Almunia, José Borrell y Juan Alberto Belloch) y con el presidente catalán, Jordi Pujol.

A pesar de haber adelantado un día su regreso a España, fuentes gubernamentales descartaban ayer que el presidente vaya a recibir hoy mismo a Joaquín Almunia, aunque el secretario general del PSOE sí será el primero en acudir a La Moncloa la próxima semana. Los socialistas comparten la necesidad de abordar con calma la nueva situación y evitar pasos en falso. "La paz no puede conseguirse saltándose a la torera la Constitución. Pediría a los nacionalistas que no tiren de la cuerda de forma irresponsable, tratando de pescar en el río revuelto del proceso de paz", afirmó ayer Almunia.

Tras el desconcierto inicial, el Gobierno ha asumido que esta tregua de ETA tiene "características inéditas", ya que las demandas de la organización terrorista no se dirigen hacia el Estado, sino hacia los nacionalistas moderados (PNV y Eusko Alkartasuna), a los que reclama la formación de un frente que defienda la autodeterminación y la unidad territorial de Euskal Herria.

Este planteamiento hace que desde el Gobierno se empiece a admitir que "no es descartable que la tregua acabe siendo definitiva", al tiempo que se contempla con inquietud el alineamiento del PNV e IU con HB en la Declaración de Lizarra (Estella) y el de CiU con los nacionalistas vascos y gallegos en la Declaración de Barcelona.

En un primer momento, sin embargo, la disputa se centra en el tratamiento penitenciario de los 536 presos de ETA, la gran baza del Gobierno para realizar gestos de distensión sin salirse un milímetro de la legalidad. El consejero de Interior del Gobierno vasco, Juan María Atutxa, dijo ayer que, tras el alto el fuego, los demócratas deben "mover ficha" y acercar a los presos a Euskadi. Atutxa argumentó que el motivo que justificaba la dispersión de los presos ha desaparecido, por lo que nadie debe interpretar esta medida como "agachar la cabeza o ceder al chantaje".

En declaraciones a Tele 5, Mayor Oreja se apresuró a contestar que "el Gobierno no prevé ningún cambio hasta después de las elecciones del 25 de octubre". El ministro del Interior reiteraba así el propósito de Aznar de "esperar a que se consolide el escenario planteado por la tregua de ETA para estudiar cualquier iniciativa". Al mismo tiempo, sin embargo, abría la puerta, por vez primera, al acercamiento a medio plazo de los presos, que hasta ahora siempre ha rechazado.

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