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Entrevista:

"Si viviera Houdini, sería mi agente"

David Copperfield surge en el escenario de la nada y te atrapa sin remedio en un viaje delirante. Le cortan por la mitad. Se esfuma en tus narices y brota en el otro extremo del teatro. Hace desaparecer a un grupo de 13 espectadores escogidos al azar. Y encuentra tiempo para convertir una bola de papel en una rosa fresca, que entrega a una viejecita extasiada. Al final, el público sale buscando explicaciones para tanta maravilla (y preguntándose por la suerte de los 13 desaparecidos, cuyas familias se han quedado compungidas en las butacas).Detrás de este prodigio está un hombre de 42 años que un día se llamó David Kotkin y que aprendió de su abuelo el primer truco de cartas en su natal Nueva Jersey (Estados Unidos). Dos décadas más tarde, Copperfield -creyente, apolítico y apegado al "trabajo duro" como regla de vida- conquistaría al mundo con números tan increíbles como volatilizar la estatua de la Libertad. "Si viviera Houdini sería mi agente", declara en México. Su espectáculo se verá en Madrid del 4 al 8 de noviembre y a continuación en Barcelona, del 11 al 15.

Pregunta. ¿Qué mueve a un hombre a dedicarse a la magia?

Respuesta. A mí me encantaba desde niño. Me hacía sentirme especial. Me permitía hacer algo que gustaba a la gente. Me permitía soñar. Y cuando fui creciendo, me permitió seguir siendo un niño y ganarme la vida.

P. La magia hace revivir en el espectador algunos retazos de la infancia. Para ejercer la magia, ¿es necesario mantener vivo ese niño dentro de usted?

R. Creo que sí. Es como ser director de cine. Las películas también nos transportan a nuestra niñez. Nos llevan de viaje, lejos de la rutina y de los problemas. La magia hace exactamente lo mismo que el cine, pero ante testigos reales. Yo me veo a mí mismo casi como un director de películas: cuento historias con la magia en vez de hacerlo con el cine. Es muy importante conservar la frescura de la infancia. Creo que los grandes directores de cine tienen, además de conocimientos técnicos, la capacidad de contar historias con la mirada de un niño.

P. En el cine, precisamente, los efectos especiales logran cosas increíbles. Usted utiliza tecnología sofisticada. ¿Puede sobrevivir la magia sin el apoyo tecnológico?

R. La mitad de mi exhibición son piezas espectaculares y tecnológicas. Pero la otra mitad podría considerarse como una versión acústica, como cantar a capella. Mucho de lo hago es pura prestidigitación. Creo que podría sobrevivir muy bien sin la ayuda tecnológica, usando simplemente los juegos de manos y un tipo de magia muy tradicional, como el número de la rosa, o las cartas, que son cosas muy complicadas, pero no caras. Mi espectáculo es una combinación de trabajo duro y tecnología.

P. ¿Ha acabado la tecnología con el señor circunspecto que sacaba un conejo de la chistera?

R. Eso ya no se ve tanto, aunque todavía existe. Con la magia pasa como con la música: para sobrevivir tienes que actualizarte. No te puedes eternizar cantando solo viejas melodías de jazz, tienes que ir renovando los repertorios. De pronto llega el rap y otra serie de cambios que tienes que tomar en cuenta. Con la magia es lo mismo. Durante muchos años, la magia no cambió. Pero tiene que evolucionar.

P. En el escenario, usted es como un dios. Pero en la vida real tiene que resolver los problemas con métodos tradicionales. No puede convertir en sapo al jefe o al vecino ni hacerlos desaparecer.

R. Mi salida es el trabajo muy, muy duro. Con el trabajo duro he conseguido que las cosas imposibles me sucedan. Siempre hay una solución práctica a los problemas. Cuando alguien estorba, lo puedes perder de vista sin hacerlo desaparecer.

P. Apenas se conocen mujeres dedicadas a la magia blanca. De hecho, las magas famosas son siempre brujas.

R. Es verdad.

P. ¿Y a qué se debe? ¿Es una predisposición al mal?

R. No estoy muy seguro. Es cierto que a estas alturas he conocido unas cuantas brujas... Es broma. Pero ¿por qué no hay más mujeres que dirijan cine? ¿O más directoras de teatro, o compositoras? Hay muchas, pero no oyes hablar de ellas. No sé por qué, pero no es justo. Yo sé de varias magas que no trabajan mal.

P. Corren muchas historias sobre las envidias entre magos.

R. Esto es como cualquier otro negocio. Hay gente muy buena, la mayoría, pero también hay vagos que intentan copiar lo que haces, lo cual es muy triste. Yo prefiero admirar a las personas que hacen un buen trabajo, porque eso me motiva y me inspira.

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