Un valenciano en Los Ángeles

El adiós temporal del cantante y compositor valenciano Carlos Goñi —se traslada a Los Ángeles para beber más directamente de las raíces musicales norteamericanas— se produjo en medio de un nutrido grupo de seguidores que abarrotaban el recinto y que no cesaron de corear cada una de las canciones interpretadas. Goñi salió vestido de negro y ensamblado a una guitarra Fender del mismo color. A su alrededor, la neoclásica arquitectura de su música era levantada por una sólida banda en la que destacaba el veterano batería Ángel Celada.

También producía cierta perplejidad la profusión de instrumentos de aire celta —mandolina, violín, gaita—, pero la incógnita se despejó al sonar los primeros compases de El mismo hombre. El carácter springsteeniano del estilo musical de Carlos Goñi se cruzaba con el aire pop comercial de unos Corrs y el resultado era correcto.

El concierto discurrió por la larga carrera de este intérprete, toda cuajada de éxitos que siempre han tenido de su parte la virtud de la asequibilidad: Tú y yo, El único espectador, Calle Mayor —en cuya introducción su autor explicó su sentido antirracista—. Una lluvia violenta, ejecutada junto a la Banda de Gaiteros del Tabladar de Avilés, que venía ataviada para la ocasión con el traje regional, marcó la mitad del concierto.Tras ella, y como emocionada despedida, sonaron No va más, Fuera de lugar y Mi rendición.