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Reportaje:

La Sindicatura de Cuentas tendrá su sede en la antigua Taula de Canvi

La Generalitat tiene previsto someter a a la aprobación del Parlament que la nueva sede de la Sindicatura de Cuentas se sitúe en el edificio de la plaza de Sant Jaume recientemente adquirido a La Caixa. Este inmueble de más de 5.500 metros cuadrados -su valor de mercado supera los 3.000 milones de pesetas, según estimaciones de expertos- albergó durante varios siglos la antigua Taula de Canvi, una lonja de cambistas que organizaba la cobertura del cambio manual de las monedas y de otras operaciones, como los pagos por cuenta ajena, los depósitos y las primeras operaciones de crédito, consideradas el antecedente de la banca moderna. La Generalitat ha negociado la compra de este edificio con la filial de La Caixa, Inmobiliaria Colonial (Incosa), a un precio que ambas partes consideran "de mercado" pero que no han querido revelar. El edificio, cuya planta baja continuará ocupada por unas oficinas de la entidad, fue el emblema de la Caixa de Barcelona -antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad- hasta que en noviembre de 1989 se fusionó con La Caixa. La Taula de Canvi, creada en el siglo XIII, oficialmente llamada Taula de Comuns Dipòsits Municipals de Barcelona, fue durante mucho tiempo la referencia de los bancos municipales extendidos por el Mediterráneo, entre los que destacaron la Piazza dei Rialto, el Banco de Messina, Sant Ambrogio de Milano y la Taula Nova de Mallorca. Su actividad ilustró, además, el nacimiento de los primeros bancos emisores en el Báltico, como el Banco de Amsterdam y el Banco de Hamburgo, y los de algunos estados europeos, como es el caso del Banco de Suecia y del Banco de Inglaterra. La actividad de la Taula se prolongó hasta la centralización borbónica de 1714, que frenó la pujanza financiera de Barcelona. El edificio de la plaza de Sant Jaume volvió a la actualidad en enero de 1887, cuando Salvador Maluquer, el entonces director general de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, obtuvo del Ayuntamiento permiso para la compra del inmueble de la Taula de Comuns Dipòsits Minicipals. Maluquer arrancó el precio de medio millón de pesetas, al entonces alcalde de Barcelona, Francesc Rius y Taulet, que asimismo ocupaba el cargo de subdirector en la misma entidad de ahorro. Al convertirse en la sede del Monte de Piedad, el edificio de la Taula y otros dos inmuebles anexos con entrada por la calle de Jaume I formaron un conjunto rehabilitado por el arquitecto August Font i Carreras, discípulo de Elias Rogent y autor de la plaza de toros de las Arenas, en la Gran Via, y del desaparecido Palau de les Belles Arts. La reforma de Font -tristemente descrita como de estilo neoplateresco en la clasificación del Patrimonio de la Generalitat- se realizó coincidiendo con la gestión en la caja del abogado barcelonés Delfí Artós Mornau, albacea del linaje Mornau, con raíces en la nobleza ampurdanesa -oriundo de L"Escala- y descendiente de los vallesanos Amat de Palou. Desde su función de primer ejecutivo de la llamada caja de los marqueses, Artós Mornau decidió la ampliación del edificio porque en el antiguo inmueble de la Taula de Canvi las oficinas del montepío resultaban insuficientes para "albergar los depósitos de alhajas empeñadas por los barceloneses e impedían que todo marchase con regularidad", según un fragmento del solemne volumen publicado en 1944 bajo el título Centenario de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Otras crónicas ciudadanas de aquellos años explican que en realidad la caja ennobleció su sede para evitar que sus clientes confundieran las colas del registro municipal, situado en la misma plaza de Sant Jaume, con las de las oficinas de empeño del Monte de Piedad. En el interior del edificio que pronto albergará la Sindicatura de Cuentas se encuentran todavía algunas muestras del espíritu fundacional aristocrático -más vocacional que real- de la entidad; entre ellas, una lápida en letras de oro situada en el vestíbulo en honor del apellido Mornau, estirpe resistencialista que muchos años antes cobijó las tropas de la corona española en la Barcelona ocupada por los franceses. La misma pluma anónima que en el centenario del Monte de Piedad glosó a sus principales gestores -para otros, simples responsables de una casa de empeños de infausta memoria- describe a Delfí Artós Mornau como un hombre dedicado a las obras de caridad, dilecto presidente del Consejo Central de Conferencias de San Vicente de Paúl y gestor del Patronato de Presos de la Cárcel. Otro fragmento de esta recopilación histórica del Monte de Piedad, extraída del fondo documental de La Caixa, destaca la treyectoria de Lluís Ferrer Vidal, otro de los responsables del supuesto diseño neoplateresco del edificio de la Taula. Ferrer Vidal se consagró a la previsión y socorros mutuos de accidentes, desempeño la presidencia de la Causa Pía Darder "y fue un hombre de profundas conviciones cristianas, con una vida dedicada a los pobres y desvalidos", según la inflamada inmersión del centenario.

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