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Entrevista:

"El sistema educativo ha de mantener elementos comunes que no tienen por qué ir contra nadie"

Eugenio Nasarre es un democristiano de 51 años que vive rodeado de liberales desde que José María Aznar le pidió personalmente que colaborara con él en La Moncloa o en el Ministerio de Educación. Nasarre eligió Educación. Su jefa de ahora, Esperanza Aguirre, fue su subordinada a principios de los ochenta, cuando él ocupaba la Subsecretaría de Cultura, un cargo que desempeñó entre la Dirección General de Asuntos Religiosos y la de Radiotelevisión Española. En su momento consideró su deber quedarse a apagar la luz cuando UCD se evaporó en las urnas y ahora le ha tocado dejar en la penumbra al ministerio traspasando la mayoría de sus competencias a los Gobiernos autónomos. Como buen democristiano, es posibilista, paciente y dado a la negociación, algo de lo que, sin duda, deberá echar buena mano en los próximos tiempos.Pregunta. El curso viene con dos importantes novedades: la extensión de la educación obligatoria y la descentralización.

Respuesta. Lo son. La necesidad de ampliar la escolarización obligatoria hasta los 16 años es algo sobre lo que hay consenso y que constituye un factor de modernización social. Y coincide con la conclusión del proceso de transferencias, que es una operación histórica. El sistema educativo que España creó en el siglo XIX correspondía a un Estado uniforme y centralista. 150 años después, está desapareciendo. Ahora bien, tendremos que hacer el mayor esfuerzo posible para mantener la vertebración del sistema educativo, que es un elemento básico de la cohesión nacional.

P.No está mal como reto.

R.Y sólo lo podremos abordar si comprendemos el nuevo papel de la Conferencia Sectorial de Educación, en la que están representados el ministerio y las consejerías de Educación. La conferencia necesitará medios, pero también actitudes de colaboración entre las administraciones y el liderazgo del ministerio. Si no hay una cooperación permanente, no podrá funcionar vertebradamente el sistema educativo. Como en todos los sistemas basados en el federalismo cooperativo, estamos abocados a que muchas normas se tengan que cocer con acuerdos en la Conferencia de Educación.

P.¿Tiene miedo de que no funcione?

R.Miedo, no. Todo dependerá de la actitud de las administraciones educativas, de que no triunfen planteamientos particularistas. El particularismo autonómico es el mayor peligro que podemos encontrar. Será necesario limar asperezas y tener contactos permanentes.

P. Para un político debe ser curioso que hacer bien su tarea tenga como consecuencia quedarse casi sin trabajo.

R. Trabajo seguiré teniendo, aunque evidentemente la Secretaría General deberá ser transformada. Todavía no ha llegado el momento de precisar cómo, en su momento se concretará, pero su futuro estará muy vinculado a la Conferencia de Educación.

P. ¿Qué aspectos de la educación le parecen más preocupantes?

R. En primer lugar, caminamos hacia una sociedad que tiene graves riesgos de deshumanización. Las nuevas generaciones no podrán superarlos sin un bagaje humanístico, sin la herencia del pensamiento grecolatino y judeocristiano. En segundo lugar, caminamos hacia la sociedad del conocimiento. El sistema debe aportar las herramientas básicas, como las matemáticas, las lenguas y las habilidades básicas para la futura vida profesional. En tercer lugar, los jóvenes necesitan unos valores que debe proporcionarles la escuela, porque la familia ha dejado de ser agente fundamental en la transmisión de valores.

P. ¿Qué reprocharía a los padres?

R. Que han hecho del hogar sólo un lugar de acogida y convivencia. Y debería ser algo más. Muchos padres han abdicado de una misión irrenunciable: transmitir valores para que sus hijos se instalen en el mundo. Si no lo hacen, alguien lo tendrá que hacer. Será la escuela, pero lo hace mucho peor.

P. ¿Aunque quisiera hacerlo bien?

R. Mi convicción es que, por mucho que se esfuerce, la escuela nunca lo hará mejor que los padres para transmitir valores.

P. Y a los profesores, ¿qué les reprocharía?

R. Deben saber que la relación profesor-alumno es desigual, que ellos deben ejercer una función conductora. Deben mantener una autoridad basada en el prestigio, en el reconocimiento, incluso en la admiración, y deben combatir la tendencia a...

P. ¿Al compadreo?

R. Sí. Me parece una tendencia social basada en un falso igualitarismo.

P. ¿Qué pueden hacer las autoridades?

R. No es cuestión de normas, sino de liderazgo social de profesores e intelectuales.

P. En secundaria, el problema de la disciplina es grave.

R. Recibo muchas cartas de profesores cuya mayor preocupación es ésa. La sociedad debe prestar la mayor colaboración activa para reforzar la posición del profesor.

P.En el tema de las humanidades, pasar del plan de Aguirre a las 20 medidas anunciadas en julio parece una devaluación.

R. No lo es. Ha sido la respuesta a un proceso político determinado. Lo cierto es que hemos sido el motor de una preocupación creciente por las humanidades. Y en este trimestre tendremos terminadas las medidas, fundamentalmente en tres aspectos. Un retoque horario prudente, de tres horas más para lengua, dos para matemáticas y otras dos para geografía e historia. Además, cambiaremos cuarto de ESO para que los alumnos puedan elegir entre tres itinerarios que los orienten según su vocación. Serán tres bloques optativos, científico-humanístico, científico-tecnológico y técnico-práctico, de nueve horas y con tres materias cada uno. También elaboraremos orientaciones didácticas prácticas para que los profesores puedan seguir las recomendaciones del dictamen de humanidades que dirigió Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona.

P.¿Qué hay del congreso sobre la enseñanza de la historia que proponen, entre otros, Ortega o Javier Tusell?

R.No hay nada decidido, pero si finalmente se celebra deberá precisarse mucho su objetivo, porque ni siquiera un congreso de historiadores puede determinar las orientaciones o los enfoques de la historia. Debemos salvaguardar la existencia de interpretaciones diferentes. Podemos decir qué queremos que se estudie, pero otra cosa es el tratamiento y la orientación.

P.¿Salió usted escaldado de la experiencia del plan de humanidades?

R.Me ha permitido comprobar que, desgraciadamente, hay en España algunas cuestiones en las que es difícil que prevalezcan las actitudes racionales. Aún tenemos fantasmas, nacionalistas y de izquierdas-derechas. Otra lección es que debemos persuadir a todos, con paciencia y tenacidad, de que el sistema educativo en España ha de mantener elementos comunes que no tienen por qué ir contra nadie.

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