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El 78% de los bosnios acude a las urnas pese a los numerosos errores en el censo

Las primeras estimaciones de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) sitúan en torno a un 78% la participación en las elecciones generales de Bosnia-Herzegovina, que se celebraron el pasado fin de semana. Al mismo tiempo, la delegación del Parlamento Europeo, encargada de observar el desarrollo de las elecciones, criticó con dureza los errores en el censo electoral, que provocaron retrasos en las aperturas de los colegios y confusión en el inicio de la jornada electoral el sábado, problemas que no se lograron corregir hasta el domingo.

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La representante de la OSCE en la misión de observación de las elecciones, Tana de Zulueta, criticó lo ocurrido, porque supone una erosión en la confianza de los electores y lamenta que la OSCE no haya aprendido suficiente de las elecciones del año 1996 y 1997.Por otra parte, se consideran y casi se proclaman vencedores de las elecciones las dos principales coaliciones electorales que compiten en la República Srpska (de los serbios), la Sloga (Unidad), de la actual presidenta Biljana Plavsic, y la SDS-SRS, alianza formada por los ultranacionalistas del Partido Demócrata Serbio (SDS), seguidor del presunto criminal de guerra Radovan Karadzic, y del Partido Radical Serbio (SRS), partidarios del vicepresidente de Yugoslavia, el neofascista serbio Vojislav Seselj.

Según sus propios cálculos, que dan incluso con decimales, los ultranacionalistas aseguran que sus candidatos han ganado la presidencia de la República de los serbios y el puesto en la presidencia tripartita de Bosnia-Herzegovina. La presidenta Plavsic aseguró que su coalición también ha ganado, aunque sin dar cifras. La portavoz de la OSCE, Nicole Szulc, declaró a este periódico que se trata de estimaciones sin ningún valor.

Para arrimar más el ascua a su sardina y curarse en salud, el dirigente del ultranacionalista SRS, Nikola Poplasen, que disputa a Plavsic la presidencia de la República de los serbios, expresó su preocupación por los numerosos errores en los censos electorales, que considera "como un potencial para un fraude global en las elecciones".

Un país multinacional

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El punto más candente de las elecciones de este fin de semana, el que servirá de piedra de toque para determinar si el país ha progresado en la superación de las barreras nacionales y en el camino de lograr un país multinacional, o multiétnico según otra terminología poco exacta, serán los resultados de la República de los Serbios, una de las dos entidades en que quedó dividida Bosnia-Herzegovina tras el acuerdo de Dayton. Si se imponen los seguidores del buscado criminal de guerra Karadzic y del fascistoide vicepresidente de Yugoslavia Seselj, los esfuerzos de la comunidad internacional pueden considerarse baldíos. La mitad de Bosnia-Herzegovina, la llamada República Srpska (de los serbios), quedaría en manos del más feroz nacionalismo serbio, el mismo que desencadenó la guerra de tres años y medio y que a duras penas se traga el sapo del acuerdo de Dayton.La comunidad internacional y los que creen en la viabilidad de un estado multinacional Bosnia-Herzegovina tienen depositadas todas sus esperanzas en que se imponga la llamada línea "moderada", que representa la coalición Sloga (Unidad) de la presidenta Plavsic, el actual jefe de gobierno socialdemócrata Milorad Dodik y el Partido Socialista de la República de los Serbios (SPRS), que obedece a las directrices del presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic. No faltan quienes califican esta opción como elegir "entre la peste y el cólera". La falta de voluntad de integración de la nación serbia de Bosnia-Herzegovina, unida a la frustración y resentimiento por una guerra perdida, hacen que la base política sea mínima, para lograr una incorporación auténtica de la comunidad serbia bajo el techo común de Bosnia-Herzegovina.

El extremismo nacionalista de los partidos serbios es el reflejo del sentimiento de frustración colectiva que se palpa en Pale, un pueblo vecino de Sarajevo que se convirtió en bastión del ultranacionalismo de Karadzic. Frente a los extremistas de Pale, se ha formado otro núcleo de poder en la capital Banja Luka en torno a la presidenta Plavsic. La presidenta apenas se distinguía en el pasado de Karadzic, pero luego se distanció de su antiguo aliado, al descubrirse los niveles de corrupción del buscado criminal de guerra y que la República de los serbios podía perder toda ayuda de la comunidad internacional.

En este rompecabezas de Bosnia-Herzegovia se produce así la paradoja de que la comunidad internacional, la misma que trata de meter en cintura a Milosevic y poner coto a su nueva campaña por la limpieza étnica en Kosovo, se presente como aliado discreto de su partido, el SPRS, que ocupa una posición clave en la República de los serbios. El partido de Milosevic forma parte de la alianza Sloga (Unidad), que apoya a la presidenta Plavsic, y sostiene con sus votos al gobierno del socialdemócrata Dodik.

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