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Una prueba crucial provoca la confesión ante el juez del supuesto asesino de Sonia Rubio

María Fabra

La presión y, sobre todo, las pruebas obtenidas durante la investigación han provocado finalmente la confesión. Joaquín Ferrándiz, de 35 años de edad, se ha declarado autor de la muerte de la profesora castellonense Sonia Rubio. Pese a que los primeros interrogatorios resultaron infructuosos respecto a la comisión de este delito, una de las pruebas, crucial para el caso, ha provocado, según fuentes próximas al caso, el derrumbamiento del acusado, a quien se le imputan la detención ilegal, la agresión sexual y el asesinato de Sonia Rubio.

Tras las primeras declaraciones efectuadas ante el titular del juzgado número 8 de Castellón, José Luis Albiñana, Ferrandiz admitió la autoría de la detención ilegal y la agresión sexual. Sin embargo, el procesado negó ser el autor de la muerte de la joven, desaparecida en julio de 1995 y hallada muerta en noviembre del mismo año. Pero en el último interrogatorio, efectuado en la mañana del viernes, Joaquín Ferrándiz confesó finalmente el delito. Los indicios recabados durante la investigación y seguimiento al acusado, desde febrero de este mismo año, han sido vitales para que la confesión se produjera. Asimismo los resultados obtenidos tras los análisis de algunas de sus pertenencias confiscadas en el registro domiciliario han sido, según han calificado diversas fuentes, "definitorios". Ahora, tras la confesión por parte del presunto asesino es inminente la reconstrucción de los hechos que acabaron con la vida de Sonia Rubio, quien desapareció el día 2 de julio de 1995, de madrugada, a la salida de una discoteca de Benicàssim. Su cadáver fue hallado cuatro meses después en un barranco de Oropesa. Estaba semidesnuda, maniatada, amordaza y con una prenda textil en la boca. El estrangulamiento fue la causa considerada como probable motivo de su muerte. Joaquín Ferrándiz ya ha cumplido condena por una agresión sexual cometida en mayo 1989. La sentencia, dictada en mayo de 1990, se refiere de esta manera, como hechos probados, a la actuación del agresor con su víctima: "La agarró fuertemente y, con unos papeles y cinta aislante le tapó los ojos (...) y para evitar que gritara le taponó la boca con un trapo". Tras ello, el ahora acusado de la muerte de Sonia Rubio intentó la agresión sexual. El modus operandi de este suceso, así como el utilizado contra la profesora castellonense, son muy semejantes a los que rodearon la muerte de otra joven de Castellón, Amelia Sandra García, cuyo cadáver apareció en febrero del 97 después de seis meses de su desaparición. La Guardia Civil ya se encuentra investigando una posible relación entre las muertes, por lo que se están revisando los sumarios. Además, no se descarta que el presunto asesino esté relacionado también con una tercera muerte, la de una prostituta, Pilar Plaza, hallada el 28 de octubre del 95. La causa de su muerte fue la asfixia ya que su cadáver fue encontrado en su propio domicilio con una bolsa en la cabeza y una bola de papel en la boca.

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