"Ahora llegaría a Eurovisión con mis condiciones"

Hotel Triana, uno de los antiguos corrales de vecinos que todavía queda en pie en la llamada república sevillana, abrió sus puertas al flamenco la madrugada del pasado viernes. Los cantes gitanos extremeños ocuparon, por primera vez, uno de los escenario de la Bienal de Arte Flamenco. La programación que albergará el patio reúne a artistas de cuatro territorios flamencos. Además de Extremadura, estarán representados el Sacromonte granadino, Cataluña y Lebrija (Sevilla). El Indio Gitano, Ramón el Portugués y La Kaíta fueron los encargados de representar el cante extremeño, mientras que el baile estuvo a cargo de Angelita Vargas y su grupo. El programa, coordinado por Antonio Vargas El Potito y Ramón Porrina, gustó al público, pero no entusiasmó a nadie. Lo que tuvo más aceptación entre los asistentes fue el espacio: 850 localidades al aire libre, un bar abierto durante toda la representación y la posibilidad de levantarse de sus asientos sin que nadie, aparentemente se molestase. "Aquí todo suena más flamenco", decía un señor con acento madrileño mientras sostenía un cigarro con una mano y un vaso con la otra. También estaban encantados con la libertad que les ofrecía Hotel Triana los hijos más pequeños de algunos artistas; sentimiento que no compartieron muchos espectadores que se vieron obligados a soportar sus gritos y carreras durante toda la función. Para una aficionada italiana, que está viviendo su primera Bienal, se trata del mejor escenario del festival porque, por fin, pudo ver a familias gitanas al completo con patriarca y bastón incluidos. La madrugada no comenzó muy bien en el corral de vecinos y La Kaíta, considerada la seguidora de Porrina de Badajoz, apenas duró diez minutos en el escenario. Se quedó casi sin voz y tuvo que abandonar. "Tienen otra manera de cantar, otro compás, pero la verdad es que no es algo muy concreto", comentó una aficionada sevillana cuando trataba de definir las peculiaridades del cante extremeño. En la comunidad vecina se cantan los tangos y los jaleos extremeños. Éste último es un palo que desapareció de los escenarios andaluces a finales del siglo pasado y sólo ha subsistido en Extremadura. El baile de Angelita Vargas, que aunque vive en Sevilla, es también extremeña, figuró en el cartel. Junto a la bailaora actuó su marido, el Biencasao, el guitarrista Antonio Gámez y los cantaores Rafael Fernández y Changuito. El arte de Angelita fue lo que más motivó al público que a esas horas -terminó a las dos de la madrugada- andaba un poco distraído y parlanchín.

: 1.600 a 4.000 pesetas.