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CDC teme que Duran gane el pulso y sea el "número dos" de la lista de CiU

Enric González

Jordi Pujol quiere ganar las próximas autonómicas a cualquier precio para culminar su carrera con la mayor grandeza. Josep Antoni Duran Lleida exige el segundo lugar en la lista para entrar con todos los honores al Parlamento catalán y estar en el lugar adecuado cuando empiece a plantearse la cuestión sucesoria. Las dos ambiciones son por ahora compatibles, y en CDC se extiende la impresión de que Duran verá satisfechas sus exigencias y saltará por encima de la plana mayor del partido de Pujol.

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Ser el número dos de la lista de CiU para las autonómicas no supone más que eso: ir por detrás de Pujol y por delante de todos los demás. Pero, en el complejísimo equilibrio de la coalición compuesta por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Unió Democràtica de Catalunya (UDC), el lugar se cargaría de fuerza simbólica si lo ocupara Duran Lleida. Por un lado, CDC considera que ese puesto corresponde a uno de los suyos, porque así lo establece, si no la letra, el espíritu de los pactos de coalición. Además, es tradición en CiU que quien le plantea exigencias a Pujol acaba pagándolo muy caro. Si esta vez Duran gana el pulso, habrá roto muchos precedentes. Y, sobre todo, habrá abierto un boquete psicológico en las filas de CDC, un partido en el que se respeta su talla política pero donde no despierta grandes afectos.Al plantear un "reequilibrio" en la coalición, Duran ha dejado claro que él y los suyos negocian directamente con el presidente, al margen de los mecanismos habituales (el comité de enlace de la coalición) y por encima de los más directos colaboradores de Pujol en CDC.

Fusión

Ayer imperaba el desconcierto entre los dirigentes de CDC. El diario La Vanguardia había publicado que Pujol ofrecía a Duran el segundo puesto en la lista a cambio de iniciar un proceso de fusión entre CDC y UDC. El proyecto es casi tan antiguo como la coalición, en pie durante veinte años, pero Unió siempre se ha negado en redondo a una fusión que, desde su punto de vista, no sería más que una absorción. Duran negó inmediatamente haber recibido ninguna propuesta formal en ese sentido y recalcó que esa no sería en ningún caso "la respuesta al actual conflicto", pero, por supuesto, se mostró "dispuesto" a discutir cualquier proposición que se le hiciera. "Estemos o no de acuerdo", subrayó.Fuentes de CDC y de UDC desmintieron que Pujol hubiera propuesto a Duran un acuerdo basado en una fusión a medio plazo. Lo que sí hizo ante Duran fue una reflexión muy parecida a la que realizó el lunes, a puerta cerrada, ante la Ejecutiva convergente. "La solución para evitar nuevas crisis y, en último término, una ruptura, no puede ser otra que la fusión", dijo el presidente de la Generalitat y de CiU.

Lo que desconcierta a la dirección convergente es su nulo papel en esta crisis. Desde el lunes quedó claro que Pujol se ocuparía personalmente de resolver el conflicto, pero la plana mayor de CDC esperaba, quizá, al menos el papel de observador cualificado. "No tengo la menor idea de cómo terminará este conflicto", reconoció ayer un miembro de la ejecutiva. "Pujol hará un juego de manos y lo solucionará todo otra vez", comentó otro dirigente de CDC.

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La impresión en Convergència es que Duran, ante un cierto estancamiento de Unió (reflejado en las pocas afiliaciones nuevas y las bajas en el Solsonès por la mala gestión de los incendios forestales por parte del gobierno de la Generalitat) ha lanzado un audaz golpe de mano que, de salir bien, le situaría en el centro de la atención y levantaría la moral de su partido.

Duran dispone de una ventaja: Pujol sólo piensa en ganar ampliamente al socialista Pasqual Maragall en las próximas elecciones, y no quiere verse perjudicado por una crisis en la coalición. En este sentido, puede sentirse predispuesto a ceder ante Duran, aún al precio de abrir heridas en su propio partido: sabe que, después de todo, una victoria electoral es el mejor bálsamo.

En Unió, por supuesto, no se comparte ese análisis. Se insiste en que no hay ambiciones personales en juego, sino planteamientos políticos y programáticos. Pero se opta ahora por mantener un perfil bajo, a la espera de que Duran siga contactando con Pujol (tras una reunión secreta el fin de semana pasado y varias conversaciones telefónicas, se cree inminente un nuevo encuentro) y anuncie resultados.

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