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El Congreso debate la estrategia a seguir ante el informe del fiscal Starr

Nunca desde el periodo final de la presidencia de Richard Nixon, EEUU había comenzado un otoño político tan complicado. Antes de disolverse para dar paso a las elecciones de noviembre, el Congreso norteamericano debe recibir la patata caliente del informe del fiscal Kenneth Starr sobre el caso Lewinsky. Y comenzar a debatir si las acusaciones contra Bill Clinton contenidas en ese documento constituyen esos "serios crímenes y fechorías" que, según la Constitución, autorizan al legislativo a abrirle un proceso de destitución.

El Congreso comenzó ayer a prepararse para esa tarea, que se verá interrumpida por las elecciones del 3 de noviembre. El Comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes, al que Starr enviará su informe en menos de dos semanas, se reunió ayer para fijar las reglas del juego. Con ese mismo objetivo, se entrevistarán hoy Newt Gingrich, el presidente republicano de la Cámara, y Richard Gephardt, el líder de los demócratas en ese foro.Starr ya tiene casi ultimado su informe - que los abogados de Clinton querrían conocer antes de que sea enviado al Congreso, a lo que se niega el fiscal-, a fin de preparar la defensa del presidente. Nadie se toma a la ligera ese documento, que contendrá fundadas acusaciones de perjurio y quizá obstrucción a la justicia contra el hombre al que la Constitución de EE UU encarga, entre otras, la tarea de garantizar el cumplimiento de las leyes. Lo que está por ver es si esas acusaciones entran dentro de ese terreno de "la traición, la corrupción y otros serios crímenes y fechorías" definido por los padres fundadores del país como motivo para que el legislativo acorte la estancia en la Casa Blanca del presidente elegido por el pueblo.

Juristas y políticos ya discuten abiertamente al respecto, y hay opiniones para todos los gustos. Unos, como Zoe Lofgren, congresista demócrata por California y miembro del Comité de Asuntos Judiciales, subrayan que esos presuntos delitos se cometieron en el marco de "un asunto privado como es un caso de adulterio"; otros, como Bill McCollum, congresista republicano por Florida y también integrante del comité, insisten en que, fuera cual fuera el origen del caso, Clinton es sospechoso de "violar la hegemonía de la ley". Nadie, en cualquier caso, osa decir que el Congreso no deberá estudiar muy a fondo el asunto. Los políticos demócratas, terriblemente enfadados con su correligionario Clinton porque les mintió durante 7 meses, como a todo el mundo, y angustiados por la reacción del electorado al caso Lewinsky en los comicios de noviembre, se van pronunciado uno a uno en términos de condena moral del presidente y aceptación de que éste debe pagar algún tipo de precio político.

Ayer fue el turno de la senadora por California Barbara Boxer, que no sólo es demócrata sino pariente política de Clinton. La relación de Clinton con Lewinsky fue "errónea", "indefendible" e "inmoral". "El presidente debería haber aceptado su responsabilidad".

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