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FERIA DE ARGANDA DEL REY

Fieles a la rutina

El toreo que les han enseñado es pegar derechazos. La inmensa mayoría de los novilleros están a los derechazos y si se van a los izquierdazos es por cumplir. Así los que actuaron en Arganda del Rey.Tiempos malos vive el arte de torear, sostiene un servidor en evidente desacuerdo con quienes afirman que se viven momentos óptimos.

Como las verdades no son absolutas y además quien más grita no es precisamente el que tiene más razón, dejémoslo en que el tiempo taurino que vivimos es absolutamente distinto al que caracterizó la historia entera de la tauromaquia.

Durante la historia entera de la tauromaquia, el arte que nos ocupa consistía en que saliera un toro íntegro por los chiqueros, en que le dieran lidia, en que la suerte de varas fuese su fundamento, en que se manifestaran a lo largo del primer tercio la bravura y el temperamento, las querencias y los resabios del galán, en que los diestros compitieran ejecutando quites, en que las banderillas avivaran su instinto embestidor, en que el espada le hiciera la faena de muleta adecuada a su estado y condición, en que le diese muerte por el hoyo de las agujas, de poder ser.

Ruiz / López, Serna, Esperanza

Novillos de Juan Antonio Ruiz Román, bien presentados, varios mochos, 5º y 6º muy serios, flojos, manejables. López Chaves: bajonazo descarado (palmas); dos pinchazos, media, rueda de peones -aviso con mucho retraso- y descabello (palmas y saluda). Víctor de la Serna: pinchazo y estocada baja (silencio); dos pinchazos, media y descabello (silencio). Javier de Esperanza: pinchazo y estocada baja (silencio); pinchazo hondo atravesado, tres pinchazos -aviso-, bajonazo y rueda de peones (vuelta).Plaza de Arganda del Rey, 8 de septiembre. 2ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Naturalmente, según fueran las dificultades del toro y las capacidades de los toreros, todo eso resultaba una mágica ascensión a los gloriosos espacios siderales o un desastre; pero ahí estábamos. Ahora, en cambio, no es necesario complicarse tanto la vida: que salga uno y se ponga a pegar derechazos. Y en paz.

Ésta es la fiesta que tenemos: ni toro, ni lidia; ni bravura ni mansedumbre; ni estado ni condición; ni faena adecuada ni muerte por el hoyo de las agujas: derechazos.

Los tres novilleros de Arganda del Rey no tienen culpa de nada, por supuesto. Ellos iban a lo que ven hacer cada tarde a las figuras y a lo que seguramente les han enseñado: unos pases de tanteo, el novillo a los medios...; y los derechazos. Una tardía incursión al natural duraba poco. Y los derechazos otra vez.

Cómo les salían esos derechazos, dependía. Domingo López Chaves abría mucho el compás, le echaba genio a la ejecución, templaba poco, se quitaba de enmedio al rematar y, lógicamente, los pases no le salían ligados. Javier de Esperanza, en cambio, mostró un toreo reposado y gustoso, en diversos pasajes de sus faenas lo resolvió con templanza y ligazón, y hasta algunos de sus naturales tenían ese aroma especial que es propio del toreo bueno.

Trapío de toro sacó el segundo de los novillos de Javier de Esperanza y la circunstancia añade mérito a su actuación. Ese novillo-toro le pegó a la acorazada de picar tal arreón que el picador y su castoreño salieron despedidos y cayeron pesadamente a la arena. No pasó nada grave, al parecer. Se incorporó el picador y volvió a cabalgar, vara en ristre, cara de pocos amigos, dispuesto a que no quedara impune la ofensa. Mas no hubo ocasión: cambió el tercio el presidente porque el verdadero baldado era el toro.

Demasiadas flojedades sacaron los de Juan Antonio Ruiz -que es el famoso Espartaco- y esto dificultó la voluntariosa entrega de los toreros. Quizá el más perjudicado resultó ser Víctor de la Serna, cuyo primer novillo se debatía entre la invalidez y la acritud, y así no había manera. Paradójicamente fue Víctor de la Serna el que se empleó con mayor prontitud y empeño en el toreo al natural, lo que revela su torera disposición. Al quinto de la tarde, otro serio y cuajado ejemplar, le pegó demasiado el individuo del castoreño y llegó quebrantado a la muleta, sin apenas aliento para seguir el recorrido que intentaba marcarle Víctor de la Serna.

Posiblemente estos tres novilleros, con otro concepto de la lidia y mejor escuela, serían gente en la fiesta. Pero les han enseñado la rutina, que es el camino más rápido y directo para acabar en el montón.

Avisos en Albacete

Cinco avisos -y ningún trofeo ni vuelta al ruedo-hubo en la primera corrida de la feria de Albacete, celebrada ayer, informa Efe.Con tres cuartos de entrada se lidiaron toros de Las Ramblas, flojos y descastados. José Mari Manzanares, ovacionado en su lote. Enrique Ponce, aviso y silencio en los dos suyos. Vicente Barrera, dos avisos y silencio; aviso y silencio.

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