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Tribuna
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Tres puntillas

Los tiempos de la violencia. Gerry Adams ha advertido severamente al denominado IRA Auténtico que ya ha pasado el tiempo de la violencia en Irlanda del Norte. Sus palabras han sido acogidas con general satisfacción por todo el mundo a excepción, imagino, de los militantes de esa organización y de las víctimas del atentado de Omagh. ¿Por qué ahora no y antes sí? Podía haber dicho al IRA hace dos años, o cinco, o diez, lo que ahora dice a su escisión. ¿Quién marca los tiempos de la violencia? En la novela de Joseph Conrad El hermano de la costa aparece un personaje que se lamenta agriamente del fracaso de los sueños revolucionarios de la República en Francia y explica tal fracaso "porque no se ha matado lo suficiente". Siempre hay alguien que mantiene esta convicción. Una vez que se empieza a matar, es más sencillo encontrar razones para seguir haciéndolo que para detenerse. Si la violencia ha servido para obtener algún rendimiento, ¿por qué no seguir con ella? Y si no ha servido, ¿cómo justificar los actos cometidos hasta este momento? Los familiares de las víctimas de la violencia suelen decir, rotas por el dolor, que esperan que su tragedia sea la última, que al menos sirva para eso. Siempre me sorprenden estas declaraciones. Nunca es pronto para decir basta; si hay que decirlo, ya es tarde. Aunque más vale tarde que nunca. Pobre consuelo. Relaciones impropias. Ya tenemos nuestra particular versión patria del asunto Clinton-Lewinsky. ¿Cuál es la relación apropiada con ETA?, ¿cuál la relación impropia? El Partido Socialista de Euskadi defiende, según parece, la necesidad de "sondear" a ETA con el fin de conocer en todo momento su situación, al tiempo que rechaza la negociación con la organización terrorista. ¿Es la negociación "relación plena" mientras el sondeo no pasaría de ser una venial "relación impropia"? Poco a poco, se van conociendo distintas posibilidades de relación: el sondeo, la toma de temperatura, el diálogo, la negociación, la propuesta definitiva por iniciativa propia, la disposición a hablar según de qué tras una tregua, la posibilidad de hablar sin límites tras una tregua, la no relación, la relación con mediador interpuesto, la relación individual, las relaciones en grupo. Algún día escucharemos decir a algún responsable político: "Sí, es cierto; a pesar de que en anteriores comparecencias públicas lo negué, hoy reconozco que tuvimos varios encuentros, pero no hubo diálogo, sólo fueron unas inapropiadas tomas de temperatura". Y ETA, despechada, dirá que vaya si hubo diálogo, que se encontraron una vez en la cosmopolita Bruselas y dos veces más en la cálida Venezuela, y que, como cualquiera puede comprender, tanto encuentro daba para bastante más que para simples tomas de temperatura yque un día incluso se llegó hasta la negociación. Y otra vez estaremos hechos un lío. Sobre cambios y collares. ¿Asistimos al final de Herri Batasuna, de esta Herri Batasuna, al menos? ¿Es Euskal Herritarrok una alternativa, una etapa o más de lo mismo? De entrada, sorprende la facilidad con la que se ha asumido por la militancia el cambio de estructura electoral. El mismo día en que se presentaba públicamente la nueva agrupación de electores, la herriko taberna de mi pueblo ya aparecía adornada por las nuevas siglas, lo mismo que la txozna que Gestoras pro Amnistía monta con motivo de las fiestas de San Antolín. Algo quiere indicar esta facilidad para encajar unos cambios que, en principio, parecen de cierto nivel. Puede tratarse de una cuestión de obediencia debida. Puede ser que de verdad la militancia de HB conecte con los vientos del norte que nos susurran al oído que los tiempos de la violencia han pasado. Puede ser que, en el fondo, sepan o crean que no es más que una operación táctica. ¿Quién lo sabe? Es pronto para adelantar acontecimientos. Lo que resulta claro es que la prueba del nueve de Euskal Herritarrok no serán las próximas elecciones, sino el día después de las mismas. Hasta entonces, esperar y ver puede ser lo más recomendable.

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