El alcalde de Moscú surge como alternativa para salvar al país
Acostumbrado a figurar en todas las listas de presidenciables, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, saborea estos días las mieles de otro triunfo: el de que muchos ojos se dirijan hacia él como el candidato lógico para dirigir el Gobierno y salvar a Rusia. Este carismático personaje, considerado por muchos analistas como el segundo hombre más poderoso del país, se mantiene en la posición que más le gusta: esperando a que vengan a buscarle.
El Partido Comunista de Rusia ha presentado una relación de cinco líderes a los que considera aceptables como alternativa a Víktor Chernomirdin. Sólo dos de ellos tienen peso: el presidente del Consejo de la Federación, Yégor Stróyev, y el propio Luzhkov. Ayer, en la mesa redonda celebrada en el Kremlin, 8 de los 12 gobernadores presentes acordaron, según la agencia Interfax, proponer a Luzhkov.Luzhkov, de 61 años, se deja querer y no muestra abiertamente interés por llegar al Gobierno, aunque, según algunas fuentes, no le haría ascos a la oferta, siempre que pudiera compatibilizar la tarea con la de alcalde. Éste es su gran trampolín para dar el salto hacia el único cargo que cree más importante que el que ya tiene: el de presidente. Un obstáculo importante que tendría que vencer es que aunque el líder del Kremlin cambiase de hombre, difícilmente propondría a Luzhkov, demasiado poderoso y del que desconfía.
Luzhkov ha criticado a Chernomirdin en los últimos días, y le ha culpado de que también en Moscú se noten los efectos del hundimiento del rublo y la subida vertiginosa de los precios. Aunque en la capital hay tal vez más dólares debajo del colchón que en el resto del país, el 70% o más de cuanto se consume es importado, y se paga en divisas fuertes.
Ayer mismo, el alcalde volvió a criticar al candidato a primer ministro en la mesa redonda. "En las dos últimas semanas", aseguró, "no ha tomado decisiones para frenar la crisis. Cada día de inacción nos acerca más a la catástrofe". Y añadió que se están creando las condiciones para que los bancos que quiebren "sean comprados por los extranjeros a precio de saldo". Su discurso nacionalista, que le lleva a reivindicar como ruso el puerto crimeano de Sebastópol, permite que sea aceptable para los comunistas y sus aliados. Y Occidente, que sabe que es un pragmático, no le teme tanto como para creer que con él peligrarían las reformas.
La magnitud de la crisis parece aconsejar que tome las riendas alguien en cuya capacidad puedan confiar las decenas de millones de rusos que la están sufriendo en su propia carne; el Parlamento, que insiste en dejar de tener un papel decorativo; los organismos financieros internaciones; los Gobiernos occidentales, y hasta los grandes magnates acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo, que tienen en sus manos engranajes claves de la máquina económica. Todos ellos tienen motivos para desconfiar de Luzhkov, pero también para pensar que, con él, habría una posibilidad de recuperar la estabilidad mínima para que Rusia salga del hoyo.
Resolver los problemas
Lo que se admira de Luzhkov es su capacidad para resolver los problemas, aunque sea sin prestar demasiada atención a los métodos. Bajo su égida, esta ciudad de más de diez millones de habitantes ha recobrado su antiguo esplendor, con espectaculares obras públicas, centenares de edificios restaurados, centros comerciales que envidiarían muchas capitales occidentales y un paisaje urbano que choca, por lo brillante, a cualquier extranjero que vea de vez en cuando los telediarios.El nivel de vida de los moscovitas dobla el del resto del país. En Moscú se concentra la mayor parte de los nuevos ricos que hacen ostentación de su riqueza y de la clase media que difícilmente se puede admitir que exista en el conjunto del país. Aunque también hay en la ciudad muchos desheredados (retirados con pensiones miserables, obreros que llevan meses sin cobrar, científicos-taxistas), el balance hace que se le mire, incluso lejos de Moscú, como el prototipo de eficacia.
Ese balance le ha ganado también muchos resentimientos. Las encuestas han mostrado siempre que, en caso de elecciones presidenciales, Luzhkov barrería en Moscú (sacó el 90% de los votos en las últimas elecciones locales), pero sería superado por otros candidatos en la Rusia profunda europea o en las heladas tierras siberianas y en las del extremo oriente ruso.
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