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Tribuna
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No alineados

La autoridad moral de los dos estadistas reunidos en el Kremlin debe tranquilizar a los pobladores de la aldea global porque, a juzgar por lo que no han dicho los intérpretes, ni Clinton traspasó a Yeltsin información sobre los secretos más húmedos de la cámara oval de la Casa Blanca ni Yeltsin reveló a Clinton la especial técnica que utiliza para pellizcar a las taquígrafas cuando pasa tras ellas como si tuviera cuatro manos y 100 pies.Mientras Rusia demuestra el fracaso de su liberalización económica, pese a la esperanza que aún despierta su liberalización política, Estados Unidos tiene que asumir la evidencia de que a su presidente le encanta la fellatio y de que los países del Tercer Mundo están indignados porque cada vez que se descubre que a Clinton le encanta la fellatio la aviación norteamericana bombardea algo, no se sabe si para celebrar las juergas presidenciales o para hacerlas olvidar. La práctica empezó para hacerlas olvidar, pero, a la vista de la obviedad del recurso, admitamos que cada bombardeo de poblaciones subalternas, de las que Franz Fanon llamó Condenados de la Tierra, es como un grito de gozo que convoca a la aldea global: Habemus fellatio!

Mientras Yeltsin y Clinton ocultan vicios privados, invisibles sus virtudes públicas, los países no alineados se reunían en Suráfrica, Mandela ponía la música; Fidel Castro, la letra. Mandela, a la zaga de la música de Martin Luther King, pedía un sueño: rehacer el mundo, elevación poética del proyecto de transformar el orden internacional. Fidel dijo que si era malo en el pasado soportar la pugna entre dos potencias, peor es vivir bajo la hegemonía de una de ellas, con una visión del mundo de pioneros del Far West.

Como medida previa para evitar bombardeos de países subalternos, los no alineados han de exigir la disolución de la cola de becarias formada ante la entrada de la cámara oval o procurar que salgan, al menos, con el vestido sin inseminar.

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