Salvajes pero bondadosos
Sainete dramático, bondadoso: sentimental, redentor. El amor está en la pareja de más edad -Amparo Soler, Germán Cobos-; sale ella de la cárcel -pero no cometió el delito: pagó por no malograr a otra persona-, y el de la policía, porque es un comisario que se jubila. De esos que han visto tanto que todo lo comprenden. Y la dureza, en los jóvenes, dos chicos y una chica: lejos de ser malos, pero sí llevados por la droga que arrasa, por el sexo como costumbre, por la dureza de la calle; el peor de entre ellos morirá en una pelea, pero por el buen motivo, en defensa de las mujeres; el otro se reconvertirá, y la chica se va a hacer hogareña.Todo el teatro de José Luis Alonso de Santos, tan admirado, tan importante en nuestro tiempo -La estanquera de Vallecas", "Bajarse al moro...- tiene ese sentido del bajo fondo urbano, de la violencia y la dureza de la calle; y del malestar infinito de la droga. Y todo, también, con unos datos permanentes de bondad para con sus personajes. Quizá esta obra, en relación con las dos antes citadas, sea menor: pero su cepa es la misma. Como lo es su diálogo, ingenioso y mimético, actual y a veces burlón. Vi la obra el sábado, antes de la fecha indicada para el estreno oficial, con un público bastante numeroso, del que llamamos "normal": o sea, del que pasa por la taquilla y va atraído por los actores o por el autor. A ese público le gustó visiblemente la obra. Rió a veces, y aplaudió con entusiasmo al final. Se ve venir un éxito.
Salvajes
Salvajes, de José Luis Alonso de Santos. Música: Bernardo Bonezzi. Intérpretes: Amparo Soler Leal, Germán Cobos, Beatriz Bergamín, Aitor Beltrán. Escenografía y vestuario: Toni Cortés. Dirección, Gerardo Malla. Teatro Maravillas
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