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Imedio es el mensaje

Algo sobre mi madre es el título de la próxima película de Pedro Almodóvar. De no haber sido por la madre de Pedro Almodóvar, Melannie Griffith no tendría una calle en Benalmádena, en uno de los rincones más coquetos de Puerto Marina. A veces, los caprichos de la vida se ensartan con pegamento Imedio, el producto que universalizó a Calzada de Calatrava antes de que lo hiciera Pedro Almodóvar. De no haber sido por la madre de Pedro Almodóvar, principal artífice de la existencia de Pedro Almodóvar, Melannie Griffith habría sido la madre cinematográfica de Lolita prendada hasta los tuétanos de Humbert Humbert, pero no habría sido la madre real de Stella del Carmen Banderas Griffith; de no haber sido por la madre de Pedro Almodóvar, Melannie Griffith sería la amante de Sherman McCoy en La hoguera de las vanidades, pero no habría conocido la versión más depurada de Terminator en la figura praxiteliana de Jesús Gil y Gil. Porque para que Melannie Griffith tuviera una calle en Benalmádena tuvieron que pasar muchas cosas. Tuvo que correr mucha tinta para que el arroyo de la Miel se desbordara en océano de pasión. Primero, que un caballero andante llamado Pedro Almodóvar viajara con su película Mujeres al borde de un ataque de nervios a Los Ángeles, ciudad de un Estado, California, que es un homenaje de la geografía al Amadís de Gaula. Al caballero le acompañaban un escudero llamado Antonio Banderas y media docena de aldonzas que dulcineaban en limusina. Segundo, que el nombre de Trueba diera la vuelta al mundo del celuloide con una historia de Rafael Azcona, Belle Epoque, que obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera. Tercero, que Banderas y Trueba, ya admitidos en la Logia de Hollywood, decidieran llevar al cine la novela Two Much, de Donald Westlake, la historia de un nuevo vizconde demediado, de un falso gemelo de sí mismo que desde la primera línea del libro tiene unas ganas enormes de echar una canita al aire. Y allí estaba Melannie. De nuevo Griffith en el nacimiento de una nación, porque no hay país que se precie si no tiene una estrella en Hollywood. Todo gracias a la madre de Pedro Almodóvar. Y también, por qué negarlo, a Tippy Hedren, la madre de Melannie Griffith, la actriz a la que inmortalizó en Los pájaros ese coleccionista de rubias llamado Alfred Hitchcock. La de cosas que tienen que pasar para que una calle se llama Melannie Griffith o Gracita Morales.

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