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El decano de los pintores valencianos

Ferran Bono

A sus 93 años, Amadeo Roca continúa pintando. Sostiene que mientras viva seguirá pintando todo lo que ve. Retratos, bodegones, paisajes... Es una declaración de principios que resulta fácil de creer a tenor de la vitalidad que ayer exhibió en la presentació de la exposición Amadeo Roca del Museo de Bellas Artes de Valencia. El artista decano de la pintura valenciana no es que no sea profeta en su tierra, es que apenas se ha mostrado su obra, definida normalmente como clasicista, academicista, naturalista y costumbrista. A Amadeo Roca no le gustan estas etiquetas por la carga ofensiva que a menudo llevan implícitas. Insiste en que él sólo pinta lo que ve. Y lo que se ve en la exposición son más de un centenar de cuadros que el artista ha donado al museo valenciano. Amadeo Roca quiere volver a instalarse en la ciudad, incluso, con sentido del humor, pidió a los periodistas que le informaran si conocían algún ático para fijar su residencia. Durante muchos años ha vivido en Madrid, pero, según comentó, todavía hoy recuerda los aromas de su infancia que transcurrió por las calles de Valencia. Amadeo Roca empezó a cosechar sus primeros éxitos en 1928, cuando fue pensionado por la Diputación de Valencia para viajar por España, Italia y Francia. Fue José Benlliure, quien le comunicó personalmente que había sido el artista seleccionado y que, además, era el único del que no se habían recibido recomendaciones por parte de "obispos y capitanes", según relató ayer el artista, quien habla mezclando el valenciano y el castellano, "y a veces también el francés. Precisamente su estancia en París fue un episodio fundamental en la trayectoria artística de Amadeo Roca. "París sigue siendo París, ni América ni nada", apuntó el pintor. En 1933 recibió la Medalla de Plata del Salón Internacional de Artistas Franceses, que supuso el inicio de una etapa de reconocimiento en el país vecino, del que regresó a España en plena guerra civil, lo que le impidió continuar con su inicipiente éxito, aunque nunca ha dejado de exponer en Francia. La contienda militar acabó por destruir muchos de los cuadros que había pintado durante su residencia en el pueblo toledano de Lagartera. En los años 30 pintó algunos de sus cuadros más célebres, entre ellos el denominado Bordadoras lagarteranas, en donde se recoge una imagen costumbrista de dos jóvenes y una anciana del pueblo de Toledo. Esta obra es, posiblemente, la más bella de la exposición inaugurada ayer en el Museo de Bellas Artes de Valencia y que ha comisariado la profesora de la Universidad de Valencia Inmaculada Aguilar. Tanto la comisaria como la directora general de Promoción Cultural, Museos y Bellas Artes, Consuelo Ciscar, insistieron ayer en la importancia de reivindicar y estudiar la obra de Amadeo Roca. "Su obra es una síntesis de la poética regionalista y nacionalista de la época, de la influencia de París y del clacisismo italiano", comentó Aguilar, quien subrayó que el artista valenciano representa la "unión perfecta de los siglos XIX y XX, y le da características propias, con referencias al naturalismo y matices de modernidad". "Su obra no cambia, se conserva inalterable en cinco o seis decadas", añadió la comisaria. Los retratos, las figuras, los bodegones, las tierras y la personal técnica de las estampas son algunas de las constantes en la prácxtica de Amadeo Roca. "Preparando la exposición me llamó la atención que cuando empecé a buscar bibliografía me encontré con que no existía", comentó la profesora, al tiempo que consideró como "fundamental" reivindicar la obra de Amadeo Roca como parte imprescindible de la historia de la pintura valenciana y española. En este sentido se pronunció también Consuelo Ciscar. "El museo [de Bellas Artes] prosigue con su línea de recuperación del arte valenciano, ya sea clásico o, tal y como sucede en este caso, perteneciente a etapas más recientes de nuestra historia", manifestó. Ciscar también destacó las "especiales aportaciones coloristas, que adquieren su principal plasmación en los paisajes y en las pinturas de temas lagarteranos". Pero "si quieren aprender a dibujar de verdad vayan a ver a Amadeo Roca". Este era uno de los consejos que recibían muchos de los que después fueron discípulos del artista valenciano. El consejero no era ni más ni menos que el pintor Antonio López, según relata el extenso catálogo de la exposición convertido en un interesante estudio. Y es que Amadeo Roca fue profesor durante muchos años en Madrid, tras pasar por periodos de penuria económica durante la posguerra, cuando decidió instalarse en Lagartera y en el pueblo salmantino de La Alberca.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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