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Un joven degüella en plena calle de Ibiza a Eddie, el líder de la secta "Edelweiss"

Las primeras investigaciones apuntan la venganza como probable móvil del crimen

Un joven con coleta se ha convertido en el principal sospechoso del asesinato del líder de la secta Edelweiss, Eduardo González Arenas, Eddie, de 46 años, que murió degollado ayer en la localidad ibicenca de Santa Eulàlia. Según explicaron testigos presenciales, el agresor esperó a su víctima frente a una heladería y tras una breve discusión le seccionó el cuello. Eddie fue condenado a 168 años de cárcel por 28 delitos de corrupción de menores. Abandonó la cárcel en enero de 1997 al cumplir seis años de reclusión en la prisión madrileña de Carabanchel y en Ibiza.

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Las primeras investigaciones policiales apuntan a la venganza como el principal móvil del crimen. El presunto asesino había sido visto por los vecinos deambulando por la zona en varias ocasiones. Según algunos testimonios, esperó a que González aparcara en doble fila su vehículo (un BMW matrícula PM-0552-CK) frente a una heladería, le abordó y, tras un breve intercambio de palabras, le degolló.El líder de la secta Edelweiss quiso perseguir a su agresor, pero cayó de bruces al suelo, falleciendo pocos minutos más tarde. Al lugar del crimen se desplazaron el médico forense y efectivos de la Policía Judicial, a la espera de que el juez ordenara el levantamiento del cadáver.

Eddie, como le conocían los menores que reclutaba para la secta, había fijado su residencia en la calle Sant Josep de Santa Eulàlia. Compartía un piso con su madre en el edificio Shark y hasta quiso probar suerte en los negocios abriendo, junto a un socio, el pub Sa Gabià (La Jaula). Conocía el sector porque en el verano de 1988 estuvo trabajando en la localidad mallorquina de Cala Millor como director de tres conocidas discotecas de la zona.

Durante ese tiempo Eddie organizó galas juveniles en las que invitaba a beber a los chicos de forma gratuita. Acabó siendo despedido porque semejante práctica comercial obviamente no generaba beneficio alguno a los propietarios de los locales.

Tras pasar sus primeros años de cárcel en Carabanchel, solicitó el traslado a la prisión de Ibiza, lo que le fue concedido por Instituciones Penitenciarias. Su comportamiento en la cárcel ibicenca fue ejemplar, por lo que en enero de 1997 quedó en libertad condicional.

En junio de ese mismo año volvió a ser detenido cuando la Guardia Civil de Santa Eulàlia recibió una denuncia firmada por los padres de tres chicos de entre 11 y 14 años de la localidad en la que acusaban a González Arenas de haberles convencido para mantener relaciones sexuales. Sin embargo, la titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Ibiza, Marta Díaz, decidió poner en libertad al líder de la secta Edelweiss por falta de pruebas. Eddie aseguró que había sido víctima de una extorsión y deploró "la dificultad de lograr la reinserción social en España".

El líder de Edelweiss estaba marcado por el juicio celebrado en 1991 contra él y otros miembros del grupo. Los niños captados por la secta aseguraron que Eddie les proponía "matar a sus padres" y que muchos de ellos fueron obligados a tatuarse con un alambre candente. Luego "llegaban los tocamientos, las caricias y los coitos anales", según los relatos, hasta que la policía descubrió lo que realmente ocurría en Edelweiss y desmanteló la organización.

Nazar y Delhais eran la promesa. Dos planetas en los que reina el amor y a los que sólo llegarían los elegidos antes del cataclismo nuclear anunciado por el propio Eddie para 1992. Con este gancho el líder de Edelweiss y su guardia de hierro, como hacía llamar a sus lugartenientes, lograron agrupar a más de 75 niños de entre 11 y 14 años, someterlos a una estructura paramilitar, controlarlos a diario, llevárselos de acampada y abusar sexualmente de ellos, desde la primavera de 1983 hasta noviembre del año 1984.

Edelweiss no fue, sin embargo, una secta, según el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid que juzgó y condenó a diez de sus miembros, entre ellos González Arenas, hace siete años por casi 30 delitos de corrupción de menores.

La sentencia lo definió como un grupo destinado a satisfacer las apetencias sexuales de sus jefes, dominados por Eddie, sobre el que recayó una condena de 168 años por haber abusado de al menos 20 niños.

Detrás de Eddie, los otros dos cabecillas: Carlos de los Ríos e Ignacio de Miguel, quienes también mantuvieron relaciones sexuales con los niños del grupo por lo que fueron condenados a 65 años de cárcel. Y lejos, los niños, captados en los colegios, sometidos a un juramento de silencio y a prácticas humillantes. Muchos de ellos tuvieron que declarar en el juicio. Y casi todos confirmaron que fue Eddie quien les inició en el sexo.

Ninguno de los líderes de Edelweiss, la mayoría también por debajo de los 18 años, reconoció las acusaciones.

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