Un 'miura' lesiona a José Luis Bote
José Luis Bote tuvo que pasar a la enfermería tras la muerte de su primer toro. De allí no saldría, ya que a la postre resultó lesionado, por un miura avisado y peligroso, que le llegó a dar dos serias volteretas. Sus compañeros de terna, sin embargo, pudieron paladear el buen sabor del triunfo y la gloria. Contrastes de la fiesta.La corrida de Miura fue áspera y mansota, salvo el que salió en quinto lugar, que resultó bravo y así se comportó en los tres tercios. Como sobrero, por el inválido que fue devuelto a los corrales, soltaron un muy noble toro de Gabriel Rojas, que repitió las embestidas de caramelo. José Luis Bote alcanzó a enjaretarle lances templados y de gusto a su primero, tanto en los de saludo como en el quite. En la muleta estuvo valiente, insistió por ambos pitones y pudo dibujar algún natural bueno suelto, a un miura que desarrolló bronquedad y que le levantó los pies del suelo cuando buscaba cuadrar al toro, y al instrumentar un golpe de descabello.
Miura / Bote, García, Uceda
Cinco toros de Eduardo Miura, desigualmente presentados, alguno sospechoso de pitones, mansos con sentido, uno devuelto por inválido; 5º, bravo. 6º, sobrero de Gabriel Rojas, terciado, nobilísimo.José Luis Bote: media saliendo rebotado, estocada atravesada, dos descabellos -aviso- y descabello saliendo volteado (ovación); resultó lesionado de pronóstico reservado. Juan Carlos García: estocada (oreja); tres pinchazos, media, descabello -aviso- y dos descabellos (silencio); estocada muy baja y tres descabellos (oreja). Uceda Leal: estocada (silencio); estocada perdiendo la muleta (dos orejas). Juan Carlos García y Uceda Leal salieron a hombros. Plaza de San Sebastian de los Reyes, 30 de agosto. 5º corrida de feria. Media entrada.
Uceda Leal dio cuenta de su primero breve y acertadamente. Ante los problemas y mala catadura del toro, después de probar por los dos pitones de muleta, macheteó en ejemplar castigo y le envió una estocada en todo lo alto.
En su segundo Uceda Leal cambió el panorama y el tono de la tarde. Aprovechó al encastado miura, procurando unos momentos vibrantes y aromáticos de buen toreo. En el tercio de banderillas se lucieron sus subalternos Carlos Hombrados en la brega, y Francisco José Rodríguez con dos estupendos pares de banderillas asomándose al balcón, en los que hubo garbo y marchosería.
Uceda Leal toreó de muleta con sentimiento y arte. Naturales de regusto, redondos y pases de pecho cadenciosos. Y remató el trasteo con unos bellos ayudados por alto y trincheras, para rematar de un estoconazo a ley, justo final de una faena cabal y torera. Hubo momentos de intensa torería, consecuencia de una obra artística en la que el diestro puso alma y golpes de inspiración.
Juan Carlos García se mostró valiente y aguerrido en su primero, al que consintió y suministró algún natural por el único pitón que se dejaba algo el difícil miura. Al duro y correoso que lidió el diestro jiennense, en el turno que hubiera sido el de José Luis Bote de no estar postrado en la enfermería, o sea al cuarto de la tarde, se lo quitó de en medio como pudo, tras sortear regates del toro y reservonerías. Pasó fatigas con la espada, que se le resistía, para terminar tras varios intentos que le costaron sudores.
Pero le tocó en suerte el nobilísimo sobrero de Gabriel Rojas, que hizo el sexto, y entonces se recreó con el percal y la muleta.
Llegó a torear a placer, de capote y muleta. Las verónicas de saludo fueron de impecable trazo, jugando bien la cintura y el remate en la cadera. Después se recreó en el quite, en unos lances a pies juntos despaciosos. Había dejado al toro en suerte frente al picador con una preciosa media tijerilla que los tendidos aclamaron.
En el tercio de muleta Juan Carlos Garcia llegó a torear a placer, y puede decirse que realizó una faena de salón. El toro así se lo dejó hacer. Tras los primeros pases de tanteo corrió la mano por redondos limpios y ligados, y se emborrachó en los largos pases de pecho, que llegó a instrumentar en serie.
Subió la temperatura de la faena de Juan Carlos García en el toreo al natural, en donde llegó a ligar tres series en las que el trapo rojo fue arrastrado con parsimonia y enjundia. Si hubiera cobrado una estocada bien ejecutada al primer intento, habría obtenido mayores honores. Es la única pega que hay que poner a su labor. Pues después de haberse recreado con el carretón de Gabriel Rojas, es una lástima no coronar todo aquello de manera adecuada. Mirar el morillo del toro, echar la muleta a la pezuña contraria y hundir el acero por el hoyo de las agujas.
Era de noche mientras los dos triunfadores salían a hombros.
Babelia
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