_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los recuerdos

El siglo se resiste a morir y en sus estertores descarga grandes manotazos sobre Oriente y Occidente. El hundimiento de las bolsas mundiales es uno de los espasmos con que el siglo pretende paralizar el tiempo, ahuyentar su fin, contener la evolución de las cosas. Mientras los ochenta fueron años de movidas que auguraban el germen de un espacio nuevo, los noventa se presentan compactos y recurrentes. Sobre la superficie de este decenio la historia patina y se rebobina en sí misma. El destino de este tiempo era cumplir con la ratificación del milenio, pero, como víctima de un miedo resbaladizo, cada paso hacia adelante ha sido a menudo un revival. Más que abrirse a lo desconocido, la historia de los noventa ha consistido, sobre todo, en un desfile del repertorio ya emitido. Se ha portado así este tramo como el capítulo último de muchos programas de televisión que justo en el día de su despedida ofrecen los fragmentos más famosos de su producción. Desde el regreso de los nacionalismos al miedo al sexo; desde las guerras religiosas y raciales a las modas étnicas o el gusto por lo exótico; desde la utopía de la naturaleza o la fascinación por los robots hasta el retorno de la irracionalidad y las emociones, el miedo a la ciencia, el aumento de las desigualdades sociales, la presencia de nuevas plagas y hambrunas, el arte de provocación, o los remakes en el teatro, el mobiliario, el maquillaje, el diseño de automóviles, los vestidos, las películas, la historia se copia a sí misma. Sobre el desagüe del siglo XX se ha emplazado un tapón donde las energías rebotan en forma de fanatismos, recesiones económicas y parodias de los años vividos. Como el ser que, llegado al ocaso de su existencia, hace de su vivir una reminiscencia del pretérito, el siglo XX se complace ahora en su detenida evocación de anciano, a despecho de los apremios del progreso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_