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VERANO 98Andalucía de la A a la Z

Yerma: bomba de neutrones

29 de diciembre de 1934. Faltan dos días para que termine el año más asturiano del siglo. Estreno de lujo en el teatro Español de Madrid. Entre el público, Jacinto Benavente, Miguel de Unamuno y Ramón María del Valle-Inclán. La obra es Yerma, su autor se llama Federico García Lorca y sólo tiene 36 años. El reparto lo encabeza Margarita Xirgu y los decorados son de Salvador Dalí. Después de Bodas de sangre, es la segunda tragedia escrita por el granadino. "Hay que volver a la tragedia. Tiempo habrá de hacer comedias", le dirá Lorca en una entrevista a su amigo Juan Chabás. La tercera tragedia fue la de su propia vida, apagada un día de agosto de 1936, el mismo mes que dos años antes se había llevado en la plaza de toros de Manzanares la vida de su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías. Lorca se definía como un pésimo alumno de Literatura, Preceptiva e Historia de la Lengua, pero la historia de esta obra indica todo lo contrario. El nombre de la protagonista es un guiño de sinonimia. Yermo y yerma son en el diccionario sinónimos de inhabitado, incultivado. Yerma la presenta su autor como una tragedia estéril, la historia de una mujer que lleva dos años casada con Juan, que no le ha dado ningún hijo. "Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos, y cuando no la tienen se les vuelve veneno, como me va a pasar a mí". Yerma parece un correlato andaluz de Madame Bovary, pero termina matando a su marido como Jessica Lange en El cartero siempre llama dos veces. Flaubert llegó a decir que Madame Bovary era él. En parte, Federico también es Yerma: el veneno de la España cainita, de la Granada cobarde se le volvió sangre. Campo despoblado por el efecto de una especie de bomba de neutrones que ahora lleva pólvora de los cañones de Navarone con la fuerza que al personaje le habrá dado Irene Papas en la adaptación cinematográfica de Pilar Távora. No le dio tiempo a hacer comedias. La obra fue un éxito. Con motivo de las 100 representaciones, Lorca hizo una lectura de su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, preludio de su propio llanto.

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