Sagunt a escena acoge "El cerco de Numancia", de Cervantes
Un reparto de dos decenas de actores y actrices pone en escena hoy y mañana El cerco de Numancia, de Miguel de Cervantes, con dirección de Manuel Canseco, en el Teatro Romano de Sagunto, ya en la recta final del festival Sagunt a Escena. El espectáculo ha obtenido una buena acogida en el Festival de Mérida, donde se estrenó el mes pasado, y refuerza el canto al heroísmo que respira el texto de Cervantes. Como es sabido, la obra de Cervantes se basa en acontecimientos históricos que relatan la resistencia que opuso el pueblo de Numancia a su toma por el ejército de los escipiones, que aquí se describe como entregado al vicio y totalmente desmoralizado, y que concluirá, después de algunas tentativas frustradas, en una de esas autoinmolaciones que tanto exaltan a los admiradores del heroísmo colectivo. Esta tragedia histórica la ha respetado Manuel Canseco, si bien introduciendo algunos elementos susceptibles de remitir a problemas de actualidad en diversos lugares de este mundo, relacionados todos ellos con la necesidad de defender lo propio frente al asalto sin contemplaciones de culturas que, además de manifestarse de mala manera, resultan en todo extrañas a sus resistentes. Una vez más, de ahí el enorme poder de los clásicos, revelando una y otra vez que los problemas básicos de la humanidad no se redefinen en cosa de pocos siglos, se sugiere que la rememoración de situaciones tan alejadas de nuestro tiempo que apenas si la memoria personal guarda huella sobre ellas resulta muchas veces un espejo de ejemplaridad en el que todavía cabe contemplarse. Juan Gea encabeza el reparto, acompañado de Ramón Pons, Aitor Tejada, Amparo Pamplona, Juan Meseguer o Teófilo Calle, entre otros intérpretes de una tragedia que en este montaje privilegia no sólo el hilo argumental de todos conocido, sino también el entramado de relaciones amorosas y la preparación de las estrategias a seguir en tan terrible conflicto, en el que los victoriosos romanos no encuentran sino cadáveres y cenizas al escalar las murallas de lo que fue Numancia.
