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FERIA DE ALMERÍA

Los duendes de la feria de la luz

En Almería el sol reina sin contemplaciones, machacando los colores, de tal manera que, si hubiera una mentira disfrazada entre un cromatismo cruel, se vería delatada por su sombra.Todo es llano, sin más relieve que su propia temperatura. En contraste, no ocurre así cuando, tras el tercer toro, el sol se va y la luz se difumina, dando cabida a algún duende embusterillo. Todo el pueblo adora a los dioses que ofician la liturgia festiva, pidiendo a cambio un poco de pasión desnuda. Joselito, inteligente, supo devolver unas pinceladas durante la lidia del primero: delantales, media, dos naturales y uno de pecho constituyeron sus dones y por ello cortó una oreja. Fue una faena de dientes afuera, como la falsa sonrisa.

Joselito, Litri, Rivera Ordóñez

Toros de María del Carmen Camacho, de escasa fuerza y buen conformar; el 6º, más cuajado. Joselito: oreja y dos orejas. Litri: ovación y pitos. Rivera Ordóñez: pitos y oreja. Plaza de toros de Almería, 24 de agosto. 2ª de feria. Tres cuartos de entrada.

En el cuarto se paró el torero aliviando la suerte y atemperando la embestida. Joselito basó su faena por el pitón derecho, a pesar de que el toro entraba rebrincado, mientras que por el izquierdo le quitaba el sitio. Sobresalieron un par de series que debieron valer por una faena completa, a juzgar por la pasión con la que se exigieron las orejas. Joselito es algo brujo y maneja a los duendes que salen al atardecer.

A Litri lo jalearon al torear de capa. Posiblemente no se lo podía creer, ni yo tampoco. Su labor fue carente de calidad y sobrada de tosca violencia acelerada. En el quinto se ocupó de sacudir los engaños haciendo restallar el látigo de la muleta en raras posturas que acabaron por enloquecer a su oponente.

Rivera Ordóñez, recordó con la capa tiempos mejores, especialmente en una larga y en verónicas a pies juntos y quietos con las que recibió al sexto. Todo fue una estrella fugaz, ya que al coger la muleta vimos a un torero que se siente más a gusto cuanto más descolocado, que cree que el toreo es en línea recta desde las afueras y que se debe rematar lo más lejos posible de la cadera.

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