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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Emigrantes

Cada día escuchamos o leemos noticias espeluznantes sobre los emigrantes que intentan llegar a nuestro país o vivir en él. Estas personas tienen un sueño: una vida mejor (que incluso para nosotros sería muy dura) en un país democrático y desarrollado económicamente. Este sueño, en realidad, es un derecho básico de todo ser humano. Una vez en el país idealizado, lo difícil es adaptarse: a la cultura, al idioma, al trabajo, a la gente, a la burocracia, si es que deciden legalizar su situación, y todo esto, además, lejos de la familia. De entre la multitud de noticias desalentadoras que he leído estos últimos meses hay una que me ha sorprendido muy gratamente. Casi no podía creerlo. Al parecer, un puñado de ecuatorianos consiguieron superar casi todas estas dificultades en un pueblo de Murcia llamado Totana, donde unos 500 viven totalmente adaptados y aceptados trabajando en las duras tareas del campo (véase EL PAÍS del 14 de agosto). Incluso han colaborado al progreso del pueblo. El único problema es que la mayoría no están legalizados, es decir, no tienen papeles, son unos indocumentados y, en consecuencia, las autoridades quieren echarlos del país. La Guardia Civil ha iniciado las detenciones. Vecinos, empresarios, colectivos de derechos humanos, religiosos y partidos políticos, o sea, todo el pueblo, se moviliza contra su expulsión. Quieren expresarles su apoyo. Se manifiestan. Desde estas líneas quiero mandarles mi más absoluta solidaridad y admiración por su actitud. Pues muchas veces hablamos con los amigos sobre la triste situación de los emigrantes y nos indignamos y nos quejamos, pero luego no hacemos nada (me incluyo). Estamos demasiado ocupados con nuestras vidas, nuestro trabajo, hijos, etcétera. Hay poco tiempo para la acción.

Sin embargo, este pueblo ha pasado a la acción. Y nos ha dado una lección. Ojalá hubiera más gente como ellos. Y de verdad espero que consigan lo que quieren: que estos ecuatorianos puedan vivir en paz, dignamente y legalmente en este país, algo muy difícil de encontrar en estos tiempos.-

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