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Baños al sol de Mariola

El singular clima del Racó del Salt del Barxell lo convierte en un paraje excepcional para el turismo

Febrero, el mes más hostil para la subida del mercurio, sucumbe en un recóndito paraje de la Sierra Mariola. El impacto del sol en la roca caliza, de la que antaño brotaba el río Barxell, convierte este lugar en una sauna a la intemperie en cualquier estación del año. Por frío que sea el mes o el día, el calor de los primeros rayos matutinos pone a 45 grados el termómetro en lo que popularmente se conoce como el Racó del Salt del río Barxell. En el estío los incondicionales de este paraje madrugan para llenar su cuerpo entero de sol. En estos días son pocos los que resisten más allá de las once del mediodía, ya que la temperatura se dispara. Estos baños al desnudo, al sol de la Sierra Mariola no responden a la moderna obsesión por el culto al cuerpo. Allí se han practicado desde finales del siglo XIX. "Fueron un grupo de anarquistas con una clara ideología de izquierdas quienes comenzaron a frecuentar este paraje para practicar el nudismo o naturismo", recuerda Joan Xavier Gisbert, investigador y ex presidente del Centre Excursionista d"Alcoi. Facundo Ferri, Salvador Llorens, J. Vilaplana y un tal Claudiet fueron algunos de los instigadores, durante el cambio de siglo XIX al XX, a estas prácticas naturistas como medio de salida de una sociedad viciada. A los cuatro se les recuerda como los mentores de la ya extinguida Sociedad Naturista Cultural. La agrupación funcionó entre 1922 y 1937 y se gestó dentro del Centre Excursionista d"Alcoi. Sus primeros pasos se encaminaron hacia la busca de una filosofía de vida natural pese a encontrar toda clase de prohibiciones en pleno régimen franquista. Por ello hallaron su particular Edén en el Racó del Salt: agua abundante, frondosa vegetación, sol, buena temperatura y aislamiento para practicar el nudismo. Este singular solarium se complementaba con otros ubicados en la misma Sierra Mariola. "También se practicaba el nudismo a las afueras de Alcoy en La Cova del Baradellos, en Els Canalons, en El Sagrantanero, en la Cova de Sant Jordi y en Les Llometes", recuerda Joan Xavier Gisbert. De todos ellos se ha consolidado el del Racó del Salt. "Los 70 metros de caída del río Barxell junto a la roca creaba una nebulosa y propiciaba un clima óptimo. Además originaba abundancia, elementos que no proliferaban en los modestos hogares alcoyanos de principios de siglo", añade Gisbert. Cuando el también conocido como Chorro del Salt, comenzó a ser frecuentado por naturistas, el poeta Juan Gil Albert pasaba sus veranos en su finca que colinda el paraje. Dicen que en alguna ocasión se sumó a ellos. Pero fue tras la Guerra Civil española cuando el lugar cobró auge. Por una razón en especial: ofrecía la posibilidad de practicar todo aquello que el Gobierno prohibía. Rafael Gandía a sus 56 años, no recuerda cuántos hace que acude. Este antiguo empleado de la multinacional Coca-Cola, se desplaza casi a diario para conversar con otros jubilados acerca de lo que siempre conversan los hombres: de fútbol o de política. "De tanto en tanto algún ignorante nos paga una paella", bromea Gandía y explica que el que pierde el campeonato de fútbol que se juega en una era dentro del mismo paraje, corre a cargo del festín. Aquí siempre se ha jugado a fútbol y los pocos que no comparten el gusto por el deporte de las estrellas, matan el tiempo contemplando el valle que conduce la sierra Mariola hacia el parque natural del Carrascar de la Font Roja. De manera muy escueta y elemental el recóndito lugar posee hoy todo lo necesario para acomodar la estancia. Unas simples duchas que emanan de la roca para refrescar el calor, unos ganchos engarzados en la piedra para colgar la ropa, algunos bancos para no descansar directamente sobre el suelo y un cañar que preserva el lugar de los mirones y da algo de sombra. Rodrigo, un jubilado de 78 años, se ha encargado de dar este mayor confort y como reconocimiento la fuente que preside el paraje lleva su nombre desde el 14-04-88. Hasta ese día se conocía como "Font del Pedregalet", merced a la partida que ocupa. Un "pedazo de cielo" así lo definen sus clientes que prefieren que no sea demasiado publicitado. No más de una quincena de personas suelen juntarse allí. En los últimos años lo han descubierto un grupo de bomberos del parque intercomarcal La Montaña. Son la nueva generación que mantendrá unos años más la original esencia de este lugar. Rafa Gisbert acude los días que no ha de vestirse de bombero y cuando sus trillizos se lo permiten. Recuerda que su mujer intentó sumarse en alguna ocasión pero el pudor de verse rodeada de hombres, pudo con ella. Ambos lamentan la reacción de aquellos que han tratado de combatir la práctica del nudismo en el Salt. "Somos personas con una filosofía de vida diferente; una mejor alimentación, aprecio por lo natural... No hacemos mal", resumen.

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