Todos somos ecuatorianos
En el 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos parece que los Gobiernos de los países ricos también se han olvidado de la promesa proclamada por las Naciones Unidas hace cinco décadas. La expulsión de los ecuatorianos de Totana es una ocasión más para recordarnos a nosotros mismos, así como a los Gobiernos del mundo, que la Declaración Universal se proclamó como "ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse", y que su cumplimiento depende de cada individuo, cada sociedad y cada Gobierno. En ella se dice, entre otras muchas cosas, lo siguiente: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y regresar a su país. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias del trabajo y a la protección contra el desempleo.
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes a su voluntad". Yo también he sido emigrante como muchísimos españoles y me indigna que seamos nosotros quienes neguemos estos derechos a personas que han dejado muy lejos a sus hijos y a su país para buscarse el pan. "Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social internacional en el que los derechos y libertades proclamados por esta Declaración se hagan plenamente efectivos". Y si esto no se hace, siempre nos queda la desobediencia civil para amparar a todas las personas que tienen que alejarse de los suyos para encontrar medios de subsistencia por causas ajenas a su voluntad.
Desde aquí me uno a todos los que se manifiestan en contra de la expulsión de estas personas, porque son personas y no "ilegales". Si se trata de expulsar a ilegales habría que expulsar antes a todos los políticos corruptos, Condes, Roldanes, grupos como los GAL o empresas como Boliden, que tanto daño hacen a este país.
Ruego a los empresarios que no se aprovechen de la necesidad para pagar sueldos cercanos a la esclavitud. Ruego a nuestro Gobierno regional dé ejemplo tomando conciencia de que los derechos humanos están por encima de todas las leyes de extranjería, y deseo a los que deciden y a sus familias que no se vean nunca en la misma situación que estos ecuatorianos. Todos somos susceptibles de ser, en cualquier momento, ecuatorianos.-
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