Un argumento para una mala novela
Cuando el presidente Clinton se sentó frente una cámara de televisión de circuito cerrado en la Sala de Mapas de la Casa Blanca para dar testificar ante el gran jurado sobre su relación con Monica Lewinsky se hallaba no sólo en el momento, política y legalmente, más peligroso de su presidencia, sino también en el más surrealista. "Si un novelista hubiese escrito un argumento como éste hace 12 años, nadie lo hubiese aceptado", asegura David McCullough, ganador del Premio Pulitzer en 1993 con una biografía del ex presidente de EEUU Harry Truman. "Todo esto marea y entristece", agregó. Los sentimientos más generalizados en los círculos ajenos a la política son de decepción, tristeza e incluso rabia porque el caso Lewinsky haya podido caer tan bajo: un presidente testificando frente a un gran jurado sobre su vida sexual.
Ward Just, un ex periodista que ha escrito varias novelas sobre la vida política de Washington, reconoce que aún no ha alcanzado a comprender cómo la confluencia de personalidades y hechos aparentemente inconexos han culminado en el testimonio ante el gran jurado. "Gente rara emerge y después desaparece en cuestión de meses. Seguramente, Linda Tripp será en año una pregunta del Trivial", explica Just. "Todo este embrollo parece más una cosa de dibujos animados. Como cuento con moraleja es muy poco interesante, incluso como cuento inmoral".
Tom Carolan, que enseña en un selecto colegio de Washington del que fue alumno el vicepresidente Al Gore, asegura que está preparándose para enfrentarse a momentos confusos cuando sus alumnos vuelvan a clase el mes que viene. "Tendremos que tratar el caso Lewinsky sin sumirnos en los detalles", admite.
Inferior al Watergate
Bob Woodward, uno de los dos reporteros de The Washington Post cuyas informaciones derribaron a Richard Nixon en 1974, opina que el caso Lewinsky no se acerca al nivel del Watergate. "Ponga los dos uno al lado del otro y examine las motivaciones. Descubrirá que hay diferencias significativas", apunta. A todos aquellos preocupados porque el caso haya afectado a la presidencia de EEUU, el ex senador republicano John Danforth les asegura que nada podía ser más importante que la aparición de Clinton ante el gran jurado. "Es más importante que su política", asegura. "Si la reacción de la gente es "sabemos que esto está mal y estamos preparados para perdonar, pero no queremos que se repita", entonces nos habremos reivindicado como personas que creen en algo".
Otros no se muestran tan magnánimos. Durante tres años, Ed Norris, profesor en un instituto de Maryland, recibió a sus alumnos tras las vacaciones de verano con un trozo de papel en el que preguntaba: "¿Es O. J. [Simpson] culpable?". Ahora, a sus alumnos les espera otra pregunta distinta: "¿Es Bill culpable?".
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