Carnicería
Hace poco he perdido a un familiar muy querido en un accidente de tráfico.Al igual que ahora miramos con horror los sacrificios humanos en ciertas culturas, estoy seguro de que, dentro de 100 años, nuestros nietos verán con horror esta carnicería humana -peor que la guerra más cruel- que son nuestras carreteras, donde día a día, fin de semana a fin de semana, inmolamos a nuestros seres más queridos en el altar del dios de la velocidad y el falso progreso.
No reniego de los coches, evidentemente los necesitamos. Pero necesitamos otros coches más a la medida del hombre, menos ruidosos, más respetuosos con el medio ambiente y, sobre todo, más seguros, donde lo principal no sea la velocidad. Necesitamos otras carreteras donde lo fundamental sea la seguridad. Necesitamos otra actitud social, menos permisiva con las conductas de riesgo en la carretera. Necesitamos otras leyes que castiguen con más rigor estas conductas de riesgo. Necesitamos más contundencia en la aplicación de estas leyes. No puede tener un permiso de circulación quien haya demostrado que su conducción puede poner en peligro su vida y la de los demás, de igual forma que no se da un permiso de armas a quien haya demostrado una conducta antisocial. Y, finalmente, necesitamos otra forma de vida, de trabajo, de ocio, otro modelo de transportes que nos haga depender menos del coche.
Nuestra sociedad ha gritado un ¡basta ya! frente al terrorismo. Necesitamos otro ¡basta ya! frente a tanta muerte absurda en nuestras carreteras. Durante demasiado tiempo hemos aceptado con dolorosa resignación lo que parece inevitable y que debería ser en gran medida evitable. Si
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no nos resignamos, la muerte de tantos seres queridos habrá servido para algo.-
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