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El largo trecho de las palabras a las obras

Lo que las administraciones dicen que van a gastar y lo que finalmente gastan no acostumbra a coincidir casi nunca. Y no por mala fe, sino porque los propios mecanismos de la Administración son lo suficientemente complejos y prolijos como para que no dé tiempo a invertir el dinero que, a principio del ejercicio, se había calculado destinar a cada una de las partidas presupuestarias. Esta circunstancia da pie a un artificio contable muy recurrente en los ejecutivos: sobre el papel, los presupuestos parecen incrementarse cada año, puesto que figura lo que se ha calculado para el año en sí más el sobrante que quedó sin gastar en el ejercicio anterior (por lo general, entre un 10% y un 20%). Y siempre resulta atractivo, desde la perspectiva del político, presumir de que las inversiones son un valor en alza en la gestión. Un buen ejemplo de este fenómeno en la Comunidad de Madrid es el del plan regional de inversiones en los municipios. En la legislatura pasada, con Gobierno del PSOE, este proyecto se denominaba Plan Cuatrienal 1991-95, pero las partidas recogidas en él se han estado ejecutando hasta los primeros meses de 1997. Al tiempo, las inversiones del PP también se han ido demorando, y de los casi 10.000 millones presupuestados para 1997 se quedaron sin gastar cerca de 3.400. Ayer mismo, un alcalde madrileño, el de Villarejo de Salvanés (José Mayor, de Izquierda Unida), emitió una carta abierta contra el consejero de Desarrollo Regional, Carlos Mayor Oreja, en la que deplora que aún no haya llegado un céntimo del plan regional a su localidad. "El asfaltado lleva diez meses de retraso, más que un embarazo completo. He tenido que hacer remiendos de urgencia porque había vías intransitables para los coches", relató este regidor.

Más información
El PP sólo ha gastado el 0,03% de los 2.740 millones del Plan de Vivienda

En lo que va de mandato popular, el PSOE calcula que se dejaron de gastar 52.000 millones de pesetas en inversiones durante 1996 y otros 30.000 millones más en el caso de 1997. Comparativamente hablando, pues, 1998 es el mejor año (o el menos malo, según la filiación del que opine) en inversiones desde que Alberto Ruiz-Gallardón tomó posesión de su despacho en la Puerta del Sol.

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