Indultos
Las peticiones de indulto para Barrionuevo y Vera y no para los demás condenados, ¿se debe a que los dos presuntos reinsertados no han admitido su culpabilidad o al hecho de que por su nivel de poder se merecen más la comprensión moral por lo sucedido? Prosperen o no prosperen, las peticiones demuestran la buena intención de que Barrionuevo y Vera no vayan a la cárcel y la más total desintención con respecto a que García Damborenea y los demás se pudran en ella. Si se pide el indulto por los servicios prestados a la seguridad del Estado tal como suele entenderse, también trabajaron por esa concepción los demás, pero se me revela muy arduo entrar en la teología de la seguridad a tan alto nivel. En cambio, me parece un caso de alarma social el que se pretenda reunir el aquelarre indultante de los responsables de la teología de la seguridad desde los tiempos de las provocaciones de Montejurra y Vitoria hasta las salvajadas contra Lasa y Zabala, pasando por la bomba de El Papus, Cubillo, Yolanda, Arturo Ruiz, el atentado de Atocha y todo lo que les cuelga, porque la guerra sucia en aquellos tiempos, tan incontrolada como siempre, se dirigió sin distinción de razas tanto contra los etarras como contra los obreros, los demócratas o los bedeles de revistas de humor. A todas luces, la petición de indulto del aquelarre, compuesto por teólogos de la seguridad imbuidos de que el Estado es el supremo depositario de la eticidad colectiva, así bajo Franco como bajo la democracia, también parecería un intento de blanquear de una vez por todas el dinero negro de la ética del poder, algo así como indultar para autoindultarse, por si las moscas o por si alguna vez a alguien se le ocurre redactar un Libro Blanco sobre el Libro Negro de la Transición española y no la de Merimée y no la de Merimée.