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EL VIAJERO SEDENTARIO

La Pasión, según la Red Recorrido por estaciones penitenciales abiertas en verano y visita al mercado del incienso

El viajero, siempre con su ratón listo para huir de la achicharrante Andalucía a su duplicado tibio que pende de Internet, decidió buscar la primavera, el azahar y el incienso y se fue de procesiones. Para su contento, encontró decenas de santos prestos para desfilar, con sus sangres y heridas frescas y sus coronas y sus halos rutilantes. El viajero descubrió los nombres con que los perfumistas han bautizado los inciensos -Místico, Pontifical, Pasión...- y cuál es el momento adecuado para usar cada uno, y manejó un programa de ordenador para controlar el préstamo de túnicas y ajustar cuenta con los hermanos morosos. El peregrino se asomó incluso a la Semana Santa de Cuzco, donde reside el Señor de los Temblores, que tiene cara de indio y fue tallado para ellos por orden del emperador Carlos V. El único incidente de la singladura se produjo cuando el viajero trató de decir en voz alta el nombre completo de la cofradía de La Palma, de Cádiz, y perdió el aliento. A pesar de que el peregrino no fuma y presume de una regular caja torácica que le permite subir cuestas sin demasiados agobios, cuando llegó a "María Santísima de las Penas" sintió que la vida se le escapaba. Advierte pues el viajero que las personas con debilidad pulmonar se abstengan de pronunciar de corrido el nombre de la cofradía y se contenten con la versión reducida de La Palma (www.semanasantaencadiz.com/). No obstante, para los temerarios, he aquí el título completo: "Primera compañía espiritual del Santísimo Rosario y Coro del Ave María, venerable, antigua, ilustre, franciscana, lasaliana, vicenciana, pontificia y real archicofradía sacramental de Nuestra Señora de la Palma coronada agregada a la del Santísimo Nombre de María de la Corte de Roma, Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de las Penas". ¡Uf!. Cuando el viajero recuperó el aliento tomó un imaginario carro de la compra y fue a curiosear a la fábrica de velas e incienso Chis Vert (www.ctv.es/chisvert). Allí encontró un amplio surtido de cirios, lamparillas, mariposas, pabilos, velas del Santísimo, de promesas, velones, bujías, copas, velas antimosquitos, de brillos, lisas o perfumadas, palmatorias y portasándalos. Sin embargo, lo que más sedujo al entrometido viajero fue la colección de inciensos y su somera descripción: El Místico, que es ácido y penetrante; el Floral, muy aromático; el Pontifical, fuerte, apropiado para los recorridos procesionales; el Eucarístico, de gran pureza; el Jerusalén, intenso; además de las tres variedades cofrades, Palio, Cristo y Pasión. El viajero desconocía las complejas desinencias aromáticas de los inciensos y la dificultad que debe entrañar para los hermanos escoger el más adecuado para ahumar su fervor momentáneo. Pero el visitante estival de la Semana Santa andaluza aún le quedaba por descubrir el software de Pasión, un programa de ordenador (www.arrakis.es/~calder/cofradia/cofradia.htm) que permite contabilizar a los hermanos, inventariar las túnicas; controlar las cuotas anuales y, sobre todo, los impagados. Además, agregan sus diseñadores, se pueden incluir "direcciones de interés: prensa, hermandades y fontaneros". El viajero ignora la importancia que el gremio de los fontaneros representa para las cofradías de Semana Santa, pero debe ser mucha a tenor de la referencia expresa de los programadores. De trono a hermandad y de santo a vela, el viajero acabó en la página del señor Bermúdez, que debe ser persona adusta y poco amiga de bromas (www.arrakis.es/~bermudez). Pellizcó en ella el viajero y lo primero que recibió fue una seria advertencia: "No se trata de simples cabalgatas en las que las carrozas se sustituyen por pasos (o, como en Jaén se llaman, tronos) sino de actos penitenciales en que los cofrades, esos católicos, demuestran a los demás su fe. Todo aquel que perteneciendo o no a una cofradía no entienda así la Semana Santa se están engañando a sí mismo e intentado engañar a los demás". El viajero, tras la tridentina reprensión, se le agotó la curiosidad por la Semana Santa y prefirió regresar a su mes de agosto, agotador pero felizmente permisivo.

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