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El yen, peor que el IPC

Las cotizaciones bursátiles continúan moviéndose en un terreno muy desigual en el que cualquier obstáculo, por pequeño o circunstancial que parezca, es motivo para un tropezón. Los inversores españoles tuvieron ayer el dudoso privilegio de elegir el problema con el cual querían chocar, ya que en la apertura del mercado tenían el yen alborotado, el IPC en fase de descontrol y el mercado ruso al borde del colapso.

La respuesta, con 11 puntos de caída en el índice de Madrid y en sólo lo minutos, impidió sacar conclusiones o buscar culpables, pero puso de manifiesto que salvo 1-a especulación y algún que otro profesional nadie toca el mercado, como no sea para materializar su cartera.

Todas las bolsas europeas abrieron a la baja, lo cual anula el efecto de un IPC que ha superado las peores expectativas y que pone en difícil situación al Banco de España. La culpa estaba otra vez en Asia. La convergencia de tipos de interés en Europa parece exigir un recorte por parte de España, pero si la inflación sigue creciendo cualquier abaratamiento del dinero resulta impensable a corto plazo.

La apertura de Wall Street, con nuevos altibajos ante dos datos económicos contradictorios, como son la menor demanda de subsidios de desempleo y el descenso en las ventas al por menor, complicó aun más las cosas, lo que llevó al índice madrileño a anotarse una diferencia de casi 20 puntos entre los niveles más alto y más bajo de la jornada, una volatilidad a la que este mercado no está toda acostumbra do. La volatilidad también se impuso en Nueva York, que acabó con una pérdida de 93,46 puntos, un 1,09%, y se situó en 8.459.

En el mercado de deuda han comenzado las realizaciones de beneficios, todavía pequeñas, debido a la inestabilidad de la Bolsa, pero los precios mantienen una orientación negativa. La rentabilidad de la deuda española a 10 años cerró en el 4,76%. En cuanto al diferencial con la deuda alemana, la lógica ha impuesto otra vez el nivel de los 0,28 puntos como referencia.

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