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Viento, agua y sal en la memoria

La vida de Peñíscola no se entiende sin el mar. Viento, agua y sal han ido formando a través de los años un carácter y un modo de hacer y de enfrentarse al Mediterráneo. Vestigios, documentación e información de esta relación de los hombres con el medio es lo que se puede ver en el Museo del Mar de Peñíscola. Se trata de un pequeño edificio en el que se recoge el patrimonio cultural marinero de esta ciudad en tres secciones: Historia, pesca y fauna marina. Está situado en el antiguo colegio de niñas -edificio Les costures- sobre el baluarte del Príncipe, que recuerda un poco al museo del mar de Túnez porque los dos están no sólo cerca, sino encima del mar. También porque los dos tienen un acuario pequeño (nada de túneles transparentes sobre los que nadan tiburones) con la fauna marina autóctona, que en este caso, es muy similar. Se puede ver un pulpo en cautividad. Supone un auténtico placer contemplar los movimientos psicomotrices de este contorsionista de agua salada. Una langosta albina es la estrella de este pequeño escenario acuático. El marinero que la capturó afirma que en 35 años de profesión nunca había visto ninguna. Sargos, gitanas, congrios.... fauna mediterránea que si bien no tiene la espectácularidad de orcas y delfines, ofrece al visitante una visión bastante acertada del ecosistema marino peñiscolano. El museo abre en verano de 10 de la mañana a dos de la tarde y de cinco a nueve de la noche. Miguel Zurita, gerente del museo, comenta que el año pasado (el museo se inauguró el 15 de Marzo de 1997) tuvieron 22.000 visitantes y que ahora ya van por los 15.000, con 5.000 visitantes más en estos primeros seis meses de año que en el mismo periodo (primer semestre) que en 1997. El pasado mes de julio se ha incrementado también en un 75% el índice de afluencia respecto al pasado ejercicio. "Este invierno abrimos todos los días excepto los lunes, pero hacemos sólo seis horas, cuatro por la mañana y dos por la tarde. Entre semana suelen venir grupos de escolares o jubilados, pero en sábado y domingo tenemos una buena entrada", decía Zurita. En la sección dedicaba a la pesca se puede ver, mediante maquetas, piezas en exposición, vídeos y paneles didácticos, la evolución a través del tiempo de la forma en que los peñiscolanos se han enfrentado al mar. Embarcaciones y artes de pesca que han cambiado en el curso de los años y de los que aquí se puede tener una visión de conjunto. Incluso para los que están familiarizados con la temática marinera resulta muy interesante ver, por ejemplo, la maqueta a escala de la pesca de arrastre o bou, que, por cierto, antiguamente se ponía en práctica con dos barcas de vela, tirando cada una de ellas de un extremo de la boca de la enorme red con forma de bolsa. La sección histórica ofrece una selección de piezas que han pertenecido a las diversas civilizaciones que han poblado esta casi isla. Primero fueron los fenicios de Tyro, luego los griegos de Zacinthós, después cartagineses, romanos , bizantinos y musulmanes. Un auténtico magma histórico que ha dado lugar a este mestizaje de sentidos que es el carácter mediterráneo y que ha dejado para la posteridad una serie de objetos y documentación, de los que en este museo se puede ver una parte. "Ha sido muy importante la ayuda de la gente de Peñíscola y de la comarca", explica Zurita. "En Vinaròs, por ejemplo hay un coleccionista de obras arqueológicas y de arte que nos ha cedido grabados originales de Peñíscola y del antiguo Reino de Valencia. El Centre d"Estudis del Maestrat, de Benicarló, nos ha cedido el ancla romana y el casco de las guerras púnicas. Incluso tenemos un casco de buzo que es de un particular de Almazora". La oferta cultural de este curioso museo se completa con un programa de ordenador interactivo que, a modo de hipertexto, permite recorrer las distintas secciones y acceder a información sobre las mismas. Una buena colección de fotografía antigua muestra una Peñíscola en blanco y negro, bien diferente al imperio turístico que es en la actualidad. En un monitor de televisión, un audiovisual de nueve minutos de duración enseña la Peñíscola marinera al, sin duda, agradecido visitante. La banda sonora del mismo se va perdiendo a medida que el visitante sale del museo y se asoma al amplio ventanal sobre el Mediterráneo. Raimon canta: "Veles e vents han mos desigs complir...".

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