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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Claroscuro económico

Los últimos datos publicados la semana pasada por el Banco de España, correspondientes al segundo trimestre, confirman una evolución positiva de la economía española y dibujan una situación no meramente coyuntural. Así, la actividad inversora parece dar síntomas de resistencia, al crecer un 9%, y la evolución del consumo privado, siendo muy positiva, refleja un mayor ahorro por parte de los ciudadanos que en la anterior etapa expansiva, ya que se ha mantenido al 3,5%, igual que en el trimestre anterior. El buen dato de ventas de coches, con un incremento del 15,2% en los siete primeros meses del año, no es contrario a esta evolución, pues el crecimiento del consumo es inferior al aumento del 3,8% del producto interior bruto (PIB) y la componente más expansiva es la de inversiones empresariales duraderas, que crecen un 15%. Es de notar, además, el efecto positivo que ha tenido la expansión de los fondos de inversión, que ya gestionaban 32,5 billones de pesetas a finales de julio, un 20,4% más que a principios de año, y el proceso de consolidación fiscal, liberando recursos para la financiación de la economía. Y ello a pesar de que algunos análisis, como el reciente de las cajas de ahorro, alertan sobre los posibles efectos inflacionistas de la prevista reforma del IRPF.No se puede pasar por alto, sin embargo, la mención del banco emisor, similar a la que el Instituto Nacional de Estadística realizó hace algunas semanas, a que la expansión ya está mostrando signos de cansancio. Esta valoración cobra importancia a la vista de la evolución de Wall Street y las bolsas europeas en los últimos días. El componente cíclico bursátil es claramente distinto a aquel de la economía real. Se sustenta en expectativas sobre rentabilidades de inversiones. Su importancia es vital a la hora de hacer posible una financiación más económica en la fase ascendente del ciclo, y, ante la perspectiva de haber alcanzado la meseta de la expansión, sus caídas pueden ser bruscas y producir daños en el conjunto de la economía. Preocupa particularmente qué instrumentos tendrían los bancos centrales europeos para tratar de minimizar un shock bursátil en sus economías, al tiempo que introducen cambios para acomodar la moneda única. Si es que Europa es, como se dice, un mercado único, ésta sería una buena ocasión para demostrar que así es.

Del conjunto de datos hechos públicos en los últimos días, la creación de empleo debería ser objetivo prioritario en la política económica de España. Por encima de su efecto positivo en el consumo y el ahorro privados, el empleo consolida las instituciones y aleja el peligro de fracturas sociales. Si bien es cierto que en los seis primeros meses del año se han creado 454.200 puestos de trabajo, según la Encuesta de Población Activa (EPA), acercándose a las cifras récord de 1987 y 1989, también lo es que todavía sufrimos una tasa de paro que duplica a la media de la Unión Europea: más de tres millones de españoles no tienen trabajo. Y es que no se están poniendo en práctica muchas de las medidas necesarias para mejorar la estructura productiva de nuestra economía. El ámbito laboral es sólo uno de ellos. El Banco de España menciona la presión que ejercen los servicios en el índice de precios al consumo (IPC), en concreto el turismo y el ocio. En este sentido, las declaraciones del vicepresidente del Gobierno al comienzo del verano criticando las actitudes del sector hostelero resultan poco convincentes. No es a la "solidaridad" del sector a la que debe de apelar Rodrigo Rato, sino a su propia capacidad para impulsar reformas que yugulen el abuso que se produce cada año en la mayor industria del país. Otro ejemplo de esa falta de competencia podría ser la actual polémica entre las asociaciones de consumidores y Telefónica a cuenta de la reestructuración de las tarifas: que el resultado de la misma sea "neutro" para la compañía -según afirma ésta- viene a demostrar que todavía existen nichos monopolísticos.

Esa falta de medidas enérgicas para introducir un mayor nivel de competencia que permita el abaratamiento de los servicios, y adoptar al tiempo un mayor rigor presupuestario, ha comenzado a calar en la confianza sobre el futuro económico español: no es casualidad que el diferencial de la deuda con la alemana se hubiera reducido a 0,15 puntos hace tres meses y que actualmente haya aumentado a 0,25. Y eso que la economía germana no está para tirar cohetes. Sería bueno ver una trayectoria de gobierno en la próxima legislatura que atacase los múltiples problemas en estos frentes y que esgrimiese menos excusas basadas en la labor efectuada por el Ejecutivo anterior.

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