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El "efecto 2000" afectará a faxes, ascensores, centralitas, acondicionadores y vídeos

Dos de cada tres empresas españolas no podrán arreglar sus programas a tiempo

Javier Sampedro

El efecto 2000, un monumental fiasco de imprevisión informática que costará en España 200.000 millones de pesetas en revisión o sustitución de programas, no es sólo un problema para los técnicos en ordenadores de las grandes empresas. El fax de su oficina, el ascensor de su empresa, la centralita telefónica de su proveedor y el vídeo de su casa contienen probablemente un chip que también confundirá el 1 de enero del 2000 con la misma fecha de un siglo antes. Dos de cada tres empresas españolas siguen ignorando el problema: posiblemente ya es tarde para que lo resuelvan a tiempo.

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Desde los años sesenta, presionados inicialmente por la escasa memoria disponible en los equipos de la época, los programadores han venido representando los años con sólo dos dígitos. Por convención, el ordenador entiende que 68 significa 1968. Y por las mismas, 00 no significa 2000, sino 1900. Faltan 16 meses para que los sistemas informáticos sin revisar nos retrotraigan a los tiempos de la boda de la infanta... María de las Mercedes.La lista de problemas previsibles puede marear al más sobrio de los contables: tarjetas de crédito caducadas en tiempos de la Restauración, permisos de conducir esgrimidos por personas que no han nacido, facturas de teléfono por una conversación que duró 100 años, alimentos que deben consumirse preferentemente antes de 1900, pagos que no salen, cobros que no llegan y una deseperante retahíla de incógnitas, contrariedades y fatigas.

Limpiar los programas

El 45% de las grandes empresas españolas son conscientes de la magnitud del asunto y ya están sustituyendo o modificando sus aplicaciones informáticas para paliar los efectos del mal llamado virus del milenio, según una encuesta de la Asociación Española de Empresas de Tecnología de la Información.El BBV, por ejemplo, ya está a punto de concluir la limpieza de sus aplicaciones, una operación que le ha costado dos años y 11.000 millones de pesetas. El conjunto de la banca española gastará entre 100.000 y 150.000 millones en arreglar sus sistemas para el año 2000, si bien aprovechará la ocasión para adaptarlos a la entrada en vigor del euro.

Pero el 55% restante de las grandes compañías no está haciendo nada, ni piensa hacerlo este año. Cuando se pongan a ello, si es que se ponen, no les dará tiempo a diagnosticar sus programas, modificarlos y comprobarlos antes de la Nochevieja de 1999: literalmente, les van a dar las uvas. Entre las pequeñas empresas con menos de 10 empleados, la inquietud milenarista es ya un residuo marginal: el 81% ignora el asunto.

Para el efecto 2000, sin embargo, no hay empresa pequeña. Cualquier taller de barrio puede utilizar un programa con fechas de dos dígitos para gestionar sus facturas. Y el problema no se restringe a los ordenadores.

Por ejemplo, cientos de edificios controlan sus ascensores mediante un chip incorporado que, por extraño que parezca, tiene en cuenta la fecha. La razón es que los fines de semana se inactivan automáticamente algunos ascensores, o se modifican las preferencias por una u otra planta. Pero esa razón da igual: el caso es que, el 1 de enero del 2000, el chip creerá estar en 1900, se hará un lío y dejará parados los ascensores en la planta baja. Probablemente.

Estos microprocesadores incorporados plantean un problema difícil de abordar. Limpiar las líneas de código de un programa es cuestión de dedicar horas de trabajo al asunto. Muchas empresas grandes lo están haciendo con sus propios técnicos, y hay en el mercado varios programas que facilitan la tarea. Pero los microprocesadores incorporados a ascensores y otras máquinas no pueden reprogramarse. La única solución en estos casos es llamar al fabricante y pedirle que cambie el chip.

La percepción del problema es aún peor en el caso de la maquinaria que en el de los ordenadores. La firma de ascensores OTIS, por ejemplo, apenas ha recibido peticiones de sus clientes para revisar y cambiar los microprocesadores incorporados. En vista de lo cual, los responsables de OTIS han decidido ponerse en contacto de oficio con los propietarios que pueden verse afectados: calculan que son unas pocas docenas.

Otros equipos

Los faxes también llevan incorporados microprocesadores con fecha para datar las entradas y salidas de los documentos. El problema es el mismo: puede que el fax siga funcionando (aunque con un pequeño error de 100 años en la cabecera) o puede que decida pararse hasta que alguien le aclare en qué siglo vive. Algo similar ocurre con los sistemas de calefacción y aire acondicionado de los edificios.Muchos equipos electrónicos (sistemas de control de maquinaria, aparatos médicos y otros) llevan un chip de seguridad que detiene el equipo cuando ha pasado más de un año (u otro plazo predeterminado) desde su última revisión. El objetivo es asegurar un correcto mantenimiento, pero el día de Año Nuevo del 2000 estos controles creerán que el sistema lleva 100 años sin revisarse, y lo detendrán. Probablemente. En cuanto al reproductor casero de vídeo, no parece muy aconsejable dejarlo programado para grabar los cotillones de Nochevieja ni los saltos de esquí de Garmisch-Partenkirchen, un clásico ineludible de todos los unos de enero. El resultado de esa sesión de grabación sería francamente impredecible.

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