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Lewinsky comparece ante un gran jurado para declarar sobre su relación con Clinton

, Monica Lewinsky, de 25 años, licenciada en Sociología y exbecaria en la Casa Blanca, hizo ayer historia al convertirse en el primer testigo que contradice la declaración jurada de un presidente de Estados Unidos, en una investigación criminal que podría terminar con el inicio del proceso de destitución de Bill Clinton. Nueve horas permaneció Lewinsky en el edificio del tribunal federal del Distrito de Columbia, adonde llegó a las 8.20 de la mañana (hora local) vestida con traje de chaqueta azul oscuro y rodeada de extraordinarias medidas de seguridad. Se desconoce si tendrá que volver a declarar.

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"Monica Lewinsky ha contestado a todas las preguntas que le han hecho tanto los miembros del equipo del fiscal especial como los integrantes del gran jurado veraz, total y honestamente", declaró su portavoz, Judy Smith, una vez concluido el interrogatorio. "Monica y su familia se sienten aliviados de que el caso parece acercarse a su final", concluyó Smith.Nada se sabe pues del contenido de su declaración, ni sobre si tendrá que volver a comparecer ante el gran jurado -que sólo se reúne martes, miércoles y jueves- tras la maratoniana sesión de ayer. Lewinsky permaneció nueve horas en el tribunal y aunque hubo un receso para el almuerzo optó por permanecer en el interior del edificio, tal vez para evitar a la prensa.

La expectación despertada por su comparecencia era extraordinaria. Varios centenares de periodistas nacionales y extranjeros se habían congregado desde primeras horas de la mañana detrás de las barreras policiales para intentar inmortalizar el momento de la llegada de Lewinsky al edificio E. Barret Prettyman, situado en el 333 de la Constitution Avenue, a un tiro de piedra del Capitolio de Washington.

A la espera de filtraciones

Sólo se permitió la entrada al edificio a 10 periodistas, que montaron guardia de pie ante la sala donde se reúnen los 23 miembros del gran jurado. De acuerdo con la legislación estadounidense, los testimonios ante el gran jurado son absolutamente secretos y ni siquiera se permite la entrada a la sala de los abogados de los testigos, obligados a esperar, como los periodistas, en el pasillo.Ante la ausencia de información oficial, todo Washington estaba ayer a la espera de las filtraciones que se pudieran producir por parte de fuentes cercanas al caso. Según estas fuentes, Monica Lewinsky fue interrogada no por el fiscal especial, Kenneth Starr, sino por sus más cercanos colaboradores. Todo parece indicar que Starr se reserva el papel estrella para interrogar personalmente a Clinton el próximo 17 de agosto.

Fuentes conocedoras del caso informaron de que Lewinsky estaba dispuesta a admitir ante el gran jurado, primero, que había mantenido relaciones sexuales con el presidente a lo largo de 18 meses y, segundo, que ambos se habían puesto de acuerdo para negar esas relaciones en sendas declaraciones juradas realizadas durante la vista preliminar del caso Paula Jones, una demanda civil contra Clinton por acoso sexual presentada por una exfuncionaria del Gobierno de Arkansas, que finalmente fue desestimada por el juez.

Sin embargo, siempre según esas fuentes, Lewinsky estaba dispuesta a negar la existencia de presiones por parte de Clinton o alguno de sus colaboradores para que mintiera en su declaración jurada, lo que, caso de probarse, podría dar lugar a una acusación contra Clinton de obstrucción a la justicia. Lewinsky, que obtuvo de Starr una inmunidad procesal total a cambio de su testimonio, ha declarado a los investigadores, según las fuentes citadas, que el presidente y ella discutieron "situaciones hipotéticas" para el caso de que fuera obligada a declarar en el caso Jones. Starr deberá probar ante el gran jurado que la mera discusión de esas "situaciones hipotéticas", junto con la evidencia física que aporte, tienen la suficiente entidad para una acusación de obstrucción a la justicia.

La esperada admisión por Lewinsky de una relación sexual con el presidente, caso de ser probada, colocaría a Clinton en la nada envidiable situación de ser un presidente perjuro. En dos ocasiones, en una declaración jurada en el caso Jones y en una alocución televisada a la nación, Clinton negó solemnemente "haber mantenido relaciones sexuales con esa mujer".

Irónicamente, y según las últimas encuestas, una mayoría de ciudadanos se han mostrado dispuestos a perdonar como "mentira piadosa" ese perjurio. Otra cosa sería, en de los expertos, su reacción ciudadana en el caso de probarse la instigación al perjurio de terceros y la obstrucción a la justicia.

Por su parte, la Casa Blanca quiso dar ayer una sensación de total normalidad. Como si nada ocurriera, Clinton cumplió con su programa previsto, incluida una ceremonia en los jardines de la mansión presidencial, donde volvió a ignorar las preguntas sobre Lewinsky que le fueron gritadas por los periodistas, convenientemente alejados.

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