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Algo más que caballos Sanlúcar de Barrameda vuelve a convertir su playa en hipódromo internacional

VERANO 98Entre barcas de pescadores y sombrillas de bañistas se celebró ayer la inauguración del primer ciclo de las carreras de caballos de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Aún quedan por delante cinco días -6, 7, 18, 19 y 20 de agosto- para disfrutar de este espectáculo en el que lo que menos importa son los caballos. Este año, las carreras se celebran con el título de Interés Turístico Internacional. Han hecho falta 153 años de historia para que se le reconozca este galardón. Ya poco queda del origen de esta competición, en el que los dueños de los caballos bajaban al Guadalquivir para recoger el pescado que venía del mar. Allí, mientras esperaban la llegada de los barcos se entretenían apostando en unas carreras que nada tenían que ver con lo que ha llegado a nuestros días. Lo verdaderamente llamativo de Sanlúcar no son los jinetes, ni tan siquiera los caballos. Lo que importa es el ambiente y la parafernalia que rodean a las carreras. Sanlúcar es lo menos parecido a Ascott. Aquí, no se ven pamelas, ni reinas madres, lo que prima en esta carrera son biquinis y bañadores. Y sol, mucho sol. Miles de personas observan a los caballos mientras tuestan su piel. Nada de elitismo, al menos a pie de playa. Dentro del recinto vallado en el que se realizan las apuestas y se exhiben a los caballos, el ambiente varía. Tampoco se ven pamelas, pero sí mucho pelo engominado bebiendo whisky y comentando cuál será el caballo ganador. Acceder a la zona restringida cuesta tan sólo 500 pesetas, pero eso sí, no se puede entrar con bañador. "Yo llevo aquí desde los nueve años y pienso seguir hasta que el cuerpo aguante", asegura Pedro María Gutiérrez, de 51 años y juez de peso de la carrera. Con él son ya tres generaciones de jueces. "Y ya viene mi hijo empujando, el año pasado cumplió los 18 años y éste ya es juez adjunto", comenta entre pesaje y pesaje de los jinetes. Alrededor de las casetas de apuesta la gente se remolina para probar suerte, aunque muchos reconocen no saber mucho del tema. "Voy a apostar por el siete, me ha gustado mucho y he oído decir a un señor que era muy bueno", reconoce una señora que finalmente pierde el dinero apostado. El ganador fue Sosiego, el número 6. Estefanía, de 12 años también ha montado un pequeño quiosco de apuestas al igual que otros niños. Un jinete resta importancia a los puestos oficiales: "Ahí a lo sumo y con suerte se consigue una apuesta de 10 a uno, donde de verdad se mueve el dinero es en la barra o en la tribuna en la que están los dueños de los caballos". Las carreras van sucediéndose a lo largo de la tarde. Se van conociendo los ganadores al tiempo que refresca: Sosiego, Marly"s Song, Bodenhan y Catherin. Aunque lo que importa en Sanlúcar es que la gente se divierta. La excusa son los caballos.

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