Los cañones del Júcar Fuentes y sendas acompañan al río antes de llegar a La Ribera
La pequeña población de Cortes de Pallás se encuentra en una de las zonas más despobladas del interior de la provincia de Valencia. Encerrada entre los cañones que forma el cauce medio del río Júcar, ocupa una posición privilegiada junto a la reserva nacional de caza mayor de la Muela de Cortes. Ofrece al viajero paisajes espectaculares y solitarios, inusuales en las rutas provinciales, visitados por especies de animales y aves que, gracias a ese aislamiento, pueden dejarse ver a los visitantes que respetan la naturaleza. También es un municipio idóneo para conocer la flora. Desde Valencia para alcanzar este pueblo hay que desplazarse por la nacional III y desviarse en Buñol hasta Macastre. Desde esta localidad por las carreteras autonómicas 425 y 428, y después de dejar a la derecha el embalse de Forata y a la izquierda la calzada que conduce a Dos Aguas y Millares, la ruta se adentra en la sierra Martés por la carretera que muere en Cortes de Pallás. Como excursión de una sola jornada permite gozar de todos los alicientes del paisaje de interior. Durante el siglo XVII esta antigua villa y su entorno geográfico ofrecieron un refugio inexpugnable de sublevación a los moriscos, los llamados cristianos nuevos, que se resistieron a ser expulsados en 1609 hacia el norte de África después de largo tiempo de productiva convivencia en nuestras tierras. La Muela de Cortes con sus cinglos verticales es representada por las pinturas de la época, que describían las hazañas bélicas, como una monumental fortaleza de carácter natural. Y ciertamente su orografia supera la inexpugnabilidad de cualquier sólido castillo. Constituyó una plaza guerrera donde los moriscos, al frente del legendario jefe Texexí, mantuvieron en jaque durante varias semanas al virrey de Valencia. El episodio finalizó con torturas, ejecuciones públicas y mujeres que se arrojaron al río por los precipicios para evitar caer en manos de las tropas de Felipe III. Pero antes de estos hechos, estas tierras pertenecientes a la comarca del Valle de Cofrentes-Ayora, contaron con presencia árabe durante largos siglos. Esta huella se descubre en los usos agrícolas que se aplican en el campo, en la forma de ordenación de los cultivos y en la estructura urbana de sus antiguos asentamientos transformados en los parajes de Otonel, Bugete, Ruya (Roaya en las crónicas de la época), Chirel y otras. La reconquista cristiana de Jaime I de esta zona en torno al año 1232 creó una baronía que perteneció a la familia Pallás, de donde procede el sobrenombre de la población. El agua es el primer espectáculo natural que recibe al viajero. Cuando se aproxima al pueblo, las aguas del barranco de la Barbulla se desploman por el salto de El Corbinet. La distribución de calles y casas ofrece un trazado endiablado para aprovechar la accidentada ubicación del centro urbano. El principal monumento es la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles construida en el siglo XVIII. También se conserva el antiguo palacio barroco de los barones y restos del castillo de la Pileta. Pero los verdaderos atractivos se encuentran en los largos paseos, sendas y caminos que se pueden recorrer para visitar castillos, miradores y accidentes geográficos del término municipal. Los más próximos corresponden a la cascada de Otonel, al castillo gótico de Chirel, y a la zona de El Ral.
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