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Pujol confía en "la magnanimidad" de Aznar para superar el riesgo de "fractura política y social"

Jordi Pujol reveló ayer, tras su décima cita con José María Aznar desde que éste habita La Moncloa, que confía en la "magnanimidad" del presidente del Gobierno para superar con "generosidad" y "sentido del bien común" el "riesgo de fractura política y social" provocado por la sentencia del caso Marey. Pujol, sin citar expresamente el posible indulto de los cargos socialistas condenados, apeló a esos sentimientos para afrontar con éxito el reto histórico de convertir a España en uno de los países líderes de Europa. Pujol aprovechó para ensalzar la contribución del PSOE al progreso del país.

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El presidente de la Generalitat escenificó perfectamente de nuevo su entrevista "estacional de verano" con el presidente del Gobierno. Antes de entrar a almorzar con Aznar en La Moncloa, Pujol avanzó en el aeropuerto de Barajas el contenido del comunicado de CiU. En ese escrito se reclamaba "magnanimidad" a los partidos políticos, a la sociedad y a los medios de comunicación. Pujol suscribió algunos de los párrafos de ese documento por teléfono y especialmente uno muy duro donde se refleja la preocupación "por el papel que ha desempeñado el PP, utilizando políticamente hasta el último momento un hecho que debía dejarse en manos de la justicia".Luego, tras cuatro horas y veinticinco minutos de charla "no al grano" con Aznar, Pujol explicó a los periodistas en Moncloa cuál es su acepción preferida de ese concepto: "Magnanimidad no quiere decir exactamente generosidad sino capacidad de entender las cosas grandes".

El presidente catalán concedió que popularmente se entiende ese término más como sinónimo de generosidad y entonces añadió: "También me conviene". Y apostilló: "Si se quiere entender generosidad como comprensión de los problemas ésto también vale".

Pujol demostró ayer otra vez que hasta de las encrucijadas más complicadas puede arrancar un hilo de pragmatismo: "España está en un momento de cambio y de trascendencia histórica y eso está bien enfocado. Valdría la pena que nos diéramos cuenta todos y de que hiciéramos lo necesario para que una iniciativa de este tipo salga adelante". Fue en ese contexto, tras puntualizar que su visión del desarrollo de España se produce siempre desde una concepción reivindicativa y nacionalista, cuando Pujol expresó su temor y su "inquietud" ante el riesgo de ruptura que podría ocasionar entre los partidos y la sociedad la sentencia del caso Marey. Según su criterio se podría echar por tierra "esa posibilidad brillante de cambio histórico" que relacionó con el futuro del país en la Unión Europea.

Y ahí, enfundado en ese perfil nacionalista, Pujol remarcó que España no está saliendo ahora simplemente de una crisis ministerial o política de un determinado Gobierno sino "de tres siglos de decadencia". Por esa razón, recabó palabras de elogio para todos los partidos protagonistas de la transición, UCD, PSOE, PP y desde luego no se olvidó de las formaciones nacionalistas.

Pujol subrayó que ahora, con el caso Marey, "se va a poner a prueba la "categoría humana de los políticos y los medios de comunicación". Negó que vaya a ejercer en este contencioso el papel de "puente" entre el Gobierno del PP y el PSOE. Y regaló a la interpretación esta metáfora: "En el vino de las discordias echaremos toda el agua posible".

En el único momento en que Pujol se permitió cierta ambigüedad fue cuando se le requirió la percepción de Aznar a sus propuestas: "Yo confío en que las personas de mayor responsabilidad sean las más interesadas en que el país vaya bien".

El ministro portavoz del Gobierno, el catalán Josep Piqué, que no participó en el encuentro, escuchó en su despacho los 35 minutos de la comparecencia ante los medios de Pujol. El portavoz encajó luego, durante 15 minutos, todos los asuntos que se le formularon con paciencia y ciertos reflejos para escabullirse de los más espinosos. Se le preguntaba por un contencioso (autonómico, lingüístico, presupuestario) y Piqué resaltaba entonces "el ejercicio de estabilidad" y hacía hincapié en cómo los acuerdos "despejaban el horizonte", también electoralmente. Aznar reafirmó ayer su tesis de agotar la legislatura hasta el 2000.

Sobre el caso Marey, Piqué destacó el "respeto escrupuloso" a la sentencia y a la división de poderes y formuló una llamada a la responsabilidad de todos para afrontarla "sin dramatizar, sin extremismos y sin confrontaciones estériles". Se cuestionó a Piqué sobre cómo entiende el Gobierno la "magnanimidad" que planteó Pujol. Y respondió: "Si se refiere a la altitud de miras y a la grandeza de lo que nos estamos jugando en este país, el Gobierno estará en primera línea".

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