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Obuchi anuncia que su ministro de Hacienda saldrá del Parlamento

Xavier Vidal-Folch

El recién elegido líder del hegemónico Partido Demócrata Liberal (PDL, conservador), Keizo Obuchi, deshoja la margarita de la composición de su Gobierno, que anunciará el jueves, tras ser proclamado por la Cámara baja, según nadie duda, primer ministro.

Su principal apuesta es acertar en el nombre del futuro ministro de Economía, en una coyuntura económica recesiva y entre turbulentos movimientos de la Bolsa y el yen. Los mercados se lo reclaman, y ayer mismo, el presidente del comité fiscal de la patronal, Katsunosuke Maeda, insistía en que el Gobierno necesita "planes de medio y largo plazo, igual que la gestión empresarial". Todos se atreven a darle lecciones.

El jefe de Gobierno in pectore siguió diseñando ayer el cartapacio ministerial. Buscando la confianza de los mercados, el domingo declaró en Manila, donde asistió a una reunión de la ASEAN: "Pediré al hombre más potente que sea ministro de Finanzas, para demostrar a los otros países cuál es la intención del Gobierno", manifestó. "Deberá ser escogido entre los parlamentarios, puesto que en cierto sentido asumirá responsabilidades políticas incluso más fuertes que las del primer ministro", añadió. Reconocía así, implícitamente, la levedad de su autoridad ante el mundo financiero.

Dos candidatos

Las quinielas consignan dos candidatos. Uno es Koichi Kato, ex secretario general del PDL, quien tanto ayudó a Obuchi en las primarias del pasado viernes, pese a militar en una facción rival. Pero Kato parece haberse resistido, pesaroso por su responsabilidad en la derrota del partido en las elecciones a la Cámara alta del pasado 12 de julio. El otro es el ex primer ministro Kiichi Miyazawa, con quien Obuchi habría hablado ayer telefónicamente.Ambos candidatos han colaborado en los planes de reconversión bancaria diseñados por el Gobierno cesante de Ryutaro Hashimoto. Los rivales de Obuchi durante la campaña de primarias, Seiroku Kajiyama y Junichiro Koizumi, habrían recibido ofertas de integrarse en el Gabinete, con lo que se soldaría -siquiera temporalmente- la maltrecha unidad del partido.

Obuchi, quien ha prometido formar su equipo en función de las cualidades personales de los ministrables, y no de su afinidad faccional, parece limitar su papel en el nuevo Gabinete a una tarea de coordinación global, más que de impulso, y de seguimiento detallado de la política exterior, su punto fuerte.

En Manila obtuvo el apoyo de sus colegas de Exteriores, quienes acogieron favorablemente sus reiteradas promesas de reactivar la economía japonesa.

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