La victoria del coraje
Pantani recuerda que su triunfo devuelve el ciclismo a sus raíces
Marco Pantani es el hombre de los símbolos. Fue la dignidad sentado sobre el asfalto de Tarascón (la revuelta de los ciclistas contra la organización por el manejo de la crisis del Festina), negándose a continuar un Tour instalado en la basura. Fue la leyenda ayer, cabalgando sobre los grandes mitos alpinos, convirtiendo el guión previsto en el guión soñado. Y fue la serenidad en la victoria. El hombre reflexivo consciente de lo que había hecho, consciente de su doble juego de personajes. Es un ciclista bajito y menudo, famoso por su pañuelo y por su apodo; y es un personaje de otro tiempo en medio de la jungla del ciclismo tecnificado, hipercientífico. El rostro humano del mito. Un pequeño escalador que destroza las certidumbres del ciclista completo, de Ullrich; de la misma manera que Charly Gaul, otra leyenda, en otro día de lluvia gélida, destrozó a Jacques Anquetil, también en los Alpes, hace 40 años. Con Pantani, ayer el ciclismo recuperó todos los valores que le hacen un deporte más allá del deporte. El valor de la valentía, el del riesgo, el de la solidaridad, el del sentimiento. Y no hace falta recordárselo, lo sabe. Pantani es, sobre todo, La Hazaña."Ha sido la victoria del coraje sobre el frío, que no es mi aliado", dice con su voz grave. "No pienso en lo que queda de Tour, ni en si tengo margen para no perderlo en la contrarreloj. Sólo pienso en disfrutar de lo que he hecho, en pensar que ha sido el día más bello de mi carrera".
Cuando ganó el Giro, Pantani sólo pensó en disfrutar. Lo ganó destrozando a otro gigante de los tiempos modernos, a Alex Zülle, de casi 1,90 frente a su 1,70. 74 kilos contra 56. "Me relajé entonces, me costó trabajo volver a coger la bici y entrenarme solo. Sólo con terminarlo, aunque no lo hubiera ganado, llega una necesidad mental de relajación, de olvidar la competición. Dudaba de si debía venir al Tour. Pero tuve la valentía de venir aquí. Fue la fuerza de la humildad, de arriesgar a perder lo que había ganado con el Giro". Por aquellos días de dudas murió Luciano Pezzi, el viejo patrón del Mercatone. "Me sentí obligado a intentarlo en el Tour. Sabía que si hubiera podido hablar, Luciano me habría pedido que viniera. Hice el sacrificio y he sido recompensado".
Victorias monótonas
¿Cómo se construye una victoria épica, Marco? "Algunos decían que mis victorias eran monótonas, siempre iguales, un ataque al final y ya está. Era mi sello, una cabalgada en solitario. Pero hoy ha sido algo más. Cuando se ataca a fondo desde lejos uno se arriesga a lo peor. Uno sabe las fuerzas que tiene pero no cuánto le durarán. Uno, entonces, no puede pararse a pensar en la fatiga que le espera delante. Sólo en ir superando el cansancio de cada momento. Y yo he superado una carga de cansancio notable". Pantani, el Pirata, es también el instinto, la magia, la imaginación que salva lo establecido. Muchos llaman a esa figura teatro, fingimiento. "He actuado por instinto", dice. "Ya hacía tiempo que le atacaban a Ullrich. Yo todavía no lo había intentado [sólo lo hizo una vez en la etapa, la buena], pero cuando lo he hecho, he sido más decisivo que los otros. Y cuando me volví y vi que Ullrich no me seguía, me sorprendí. En ese instante se encendió la chispa que me ha hecho explotar. Nació mi determinación".Pantani, de amarillo en el Tour. La primera vez de su vida. Un campeón. Lo que no consiguió el desgraciado Claudio Chiappucci, el hombre de las últimas cabalgadas épicas que se topó con un Miguel Induráin imbatible. Y vestido de amarillo proclama: "Pase lo que pase, he alcanzado mi objetivo. Pase lo que pase, lo que he conseguido, esta maglia, ya es mucho". Difícil será que no la vista en los parisinos Campos Elíseos. Quedan todavía kilómetros de montaña y su ventaja es considerable (casi cuatro minutos sobre Julich).
Y la trascendencia. Ninguna victoria de Pantani pasa sin dejar huella. Menos aún la de ayer. La definitiva. La que llegó en el Tour trastornado por los graves asuntos externos relacionados con el consumo de sustancias prohibidas por los ciclistas. Y Pantani, no sé sabe si un hombre más grande sobre la bicicleta o sobre sus pies de ciudadano, lo entiende, lo interpreta y lanza su último mensaje.
Olvidar dificultades
"Estoy contento sobre todo por los aficionados a este deporte que ha pasado unos días delicados, un periodo difícil", dice. "Amo mucho este deporte. He sufrido muchísimo por todo lo que está pasando y espero que esta victoria haga olvidar las dificultades, y que el cansancio de todos nosotros pague por los días malos".El escándalo de dopaje, que a punto estuvo de provocar una huelga de ciclistas que habría sido histórica en la carrera francesa continua en las mentes de directores, corredores y organización. Pero a quien más pesa es a los ciclistas. En el ambiente se respira inquietud entre los deportistas, muchos de los cuales están deseando volver a casa y olvidar esta traumática edición del Tour de Francia.
Cuando Marco Pantani se va al control antidopaje, la meta sigue todavía abierta. Han pasado ya 51 minutos desde su triunfo y aún no han terminado de llegar todos los corredores tras la dura etapa alpina. Los aficionados, olvidado el vademécum de especialidades farmacéuticas, vuelven a los viejos álbumes de cromos. Buscan en Gaul, Bahamontes, Girardengo, Coppi, Bartali, algún gesto que les recuerde al Pantani que han visto volando sobre el Galibier. Buscan lo que hace grande al ciclismo. Personajes de otra época que ahora cuesta encontrar.
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