"El Tour terminó para Ullrich"
El director del Telekom dice que puede perder más tiempo
Etapa terminada. Corros alrededor de Pantani, los holandeses con Boogerd, los norteamericanos con Julich, los franceses con Rinero, los españoles mirando a ver si aparecía alguien. Han pasado nueve minutos. Cruzan la meta el 23º, el 24º y el 25º clasificados. Bolts, Riis, Ullrich. Un pasillo respetuoso se abre a su paso. Ullrich, ojos hinchados, gotas sobre los párpados (lluvia), gotas bajo los párpados (lágrimas). Riis, triunfador del 96, perdedor del 97, le da un abrazo al alemán. Siguen pedaleando juntos. Palabras de ánimo al oído. El campeón del 97, el jovencito insolente en su fortaleza, acaba de perder el Tour en un día infernal. Ullrich, temblando de frío, se refugia en su hotel. Vive su peor día en el Tour. Él, que desde que debutó a los 22 años en el 96, sólo había conocido la sensación de triunfo como premio al sacrificio, estaba probando la derrota igual que había probado un desfallecimiento inesperado, un calvario ascendiendo Dos Alpes, ese puerto que no parece duro en el libro de ruta. Pero enfrente había tenido demasiados enemigos que habían encontrado una grieta por la que penetrar en sus debilidades. Sin equipo apenas, atacado por casi todos los que otras veces iban a su rueda, atacado por el frío, la lluvia y por la mala suerte, con pinchazos, otra vez, en momentos inoportunos.Ullrich no habló. Su jefe de prensa leyó sus declaraciones. "Pinché nada más empezar la etapa y ya empecé a pensar en que eso no presagiaba nada bueno", dijo. "La lluvia y el frío me han afectado más de lo que esperaba. No me sentí nada bien desde el comienzo. Y, para colmo, cuando pinché por segunda vez, supe que tendría que sufrir mucho para llegar a meta". El Tour más turbulento de la historia se cobró su primera gran víctima: el hombre-Tour por excelencia, el único capaz de sacrificar toda la temporada por 21 días de gloria. El hombre que había llegado, tras la retirada de Induráin, para marcar una época. Se empezará a hablar de cura de humildad, de prepotencia alemana ante los grandes puertos alpinos (Télégraphe, Galibier) ante quienes tantos grandes se han inclinado, de cómo se puede ir al Tour tras haber perdido 10 kilos en dos meses, de cómo se puede subestimar a la ronda que hace a los campeones.
Walter Godefroot, director del Telekom que ha ganado los dos últimos Tours, no se anda con filosofías. "El Tour ha acabado para Ullrich", sentencia. "La diferencia de Pantani es muy grande. Si Jan no se recupera, en la montaña que queda puede perder más tiempo". Comenzará la ceremonia de la destrucción. Otra página de la historia del ciclismo se ha pasado. Y con qué rapidez. Qué grande fue Induráin.
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